Las comunidades de México (Ciudad de México, Guadalajara y Puebla) se reunieron el pasado sábado y domingo en la Ciudad de México con motivo de la visita de Marco Impagliazzo.
El encuentro se dividió en varios momentos: la asamblea, la liturgia con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, el encuentro con los niños y adolescentes de las Escuelas de la Paz, con los indios adultos que asisten a cursos de alfabetización y con las personas sin hogar a quienes se distribuye comida dos veces por semana.
En su discurso, Marco Impagliazzo subrayó el valor de la Comunidad en un país rico en historia, cultura y fe que se construyó sobre el encuentro entre diferentes pueblos y civilizaciones; que nunca ha hecho de la pureza étnica un estandarte, sino que se ha desarrollado sobre el mestizaje y la riqueza del encuentro. Hoy México es el segundo país en número de católicos en el mundo y la presencia de la Comunidad es un valor añadido para orientar a muchos hacia la amistad con los pobres y para mostrar el camino de un cristianismo feliz que pueda sanar el dolor y las heridas de muchas personas que quedaron al margen de la sociedad o afectadas por la pandemia y las consecuencias de la crisis económica y social mundial.
Una delegación de las Comunidades se dirigió luego al santuario de Guadalupe, cuya imagen de la Virgen morenita es una síntesis única del encuentro entre los pueblos indígenas y europeos y es venerada como Madre de los pueblos latinoamericanos. Aquí la Comunidad depositó una ofrenda floral. Las comunidades de México se comprometen todos los días junto a los más pobres, incluidos muchos migrantes que viajan por todo el país en los viajes difíciles y, a menudo, dramáticos desde América Latina hasta los Estados Unidos.
En Ciudad de México, la Comunidad vive en diferentes barrios y tiene un lugar de encuentro y acogida de pobres en el centro de la ciudad, punto de referencia para muchos.