La basílica de Santa María in Trastevere en Roma se llenó de cantos y flores para la oración "Morir de esperanza" que cada año organiza la Comunidad de Sant'Egidio junto con otras asociaciones comprometidas con la acogida y la integración de las personas que han huido de las guerras o de situaciones insostenibles en sus países. Cientos de inmigrantes y gente común se reunieron en oración para rendir homenaje a sus compañeros que perdieron la vida en su camino hacia Europa.
Una emotiva celebración, presidida por el Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. En las notas de Amazing Grace, cantada por la joven nigeriana Margareth, recordamos los más de 61.000 fallecidos y desaparecidos desde 1990 hasta hoy. De estos, al menos 21.000 han perdido la vida desde 2015. Pero también se recordó a las víctimas de la guerra en Ucrania y los 323 niños fallecidos desde el inicio del conflicto, la mayoría de ellos en las regiones de Donetsk, Kharkiv, Kiev y Chernihiv.
Son 3.200 los refugiados que, desde enero de 2021 hasta hoy, han perdido la vida en el Mediterráneo y por las rutas terrestres intentando llegar a Europa, en busca de un futuro mejor. Para cada uno de ellos se encendió una vela, para que no se pierda el recuerdo de cada muerte. Como el de Mousa de Mali, el pequeño Omar de Gambia, junto a otros jóvenes cuyos cuerpos fueron recuperados entre el 3 y el 17 de abril en el río Kupa, en la frontera entre Croacia y Eslovenia, cuando intentaban llegar a Italia.
“Se puede morir de esperanza o morir en la esperanza. No es lo mismo -dijo el cardenal Czerny en su homilía-. Las dos posibilidades no se excluyen mutuamente, pero el escándalo de la primera nos hace cuestionar la segunda. La tentación de ejercer el poder como dominio del hombre sobre el hombre -subrayó- es consecuencia de la pérdida de la relación con Dios: desprendido del Padre, separado de su creador, el hombre ya no se reconoce llamado a custodiar y proteger la fraternidad y la creación. Así, aún hoy sigue tomando forma el poder que desgasta y nos desgasta: lleva a lo alto y luego divide, separa, oprime, precipita. Crea el infierno para quien lo sufre, pero también aísla, vacía. Hace desaparecer el trato humano - porque cada uno de nosotros es hijo -, así es la bestia, el monstruo, el diablo”, agregó. Pero otro poder será el que nos juzgará, prosiguió Czerny, “este poder entonces será derribado. Incluso si somos descartados por quienes dominan el mundo, o si nuestros sueños se hacen añicos, nada está terminado: en los márgenes estamos, de otra manera, en el centro”. El mundo nuevo, de hecho, comenzó en Nazaret, en las periferias, y en el Calvario, fuera de las puertas de la ciudad”. (Lee la homilia completa en italiano)
Fuente AGI
Junto a la Comunidad de Sant’Egidio estaban la Asociación Centro Astalli, la Cáritas Italiana, la Fundación Migrantes, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, la Red Internacional de Migraciones Scalabrini, ACLI, la Asociación de la Comunidad Papa Juan XXIII, ACSE.