Otro invierno. Para los jóvenes migrantes que han llegado a las puertas de Europa por la ruta de los Balcanes, vuelve el frío y la desesperación de muchos que aún ven lejos el destino de su viaje. Para decirles que no les olvidamos, en estos días de fiesta han salido dos misiones de Jóvenes por la Paz de Padua, Bolonia y Trieste.
No es la primera vez que cruzan la frontera «en sentido contrario», para visitar a migrantes de Pakistán, Nepal, Irán, Irak, Afganistán y muchos otros países de Oriente Medio, obligados a vivir en condiciones muy precarias y totalmente indignas, pasando frío, sin electricidad y en el barro. Con algunos de ellos, después de más de un año de visitas constantes y misiones solidarias, ha surgido una amistad. De hecho, no hay muchos que hayan logrado superar la barrera –fina pero infranqueable– que los separa de los países de la Unión Europea.
Muchos jóvenes migrantes han intentado superar el «juego» repetidamente, algunos hasta treinta y cinco veces, y en muchos casos son expulsados por la fuerza tras sufrir abusos y violencia tanto verbal como física. Para algunos el trayecto terminó rápido, como en el caso de Ijaz, un joven paquistaní de 22 años que murió el 29 de diciembre cuando intentaba cruzar un río en plena noche. Se ahogó ante los ojos de sus amigos. Cuando explican su historia, llena de dolor, quienes le conocían muestran con sus palabras que su muerte fue totalmente ignorada y ni siquiera se le prestó la ayuda necesaria para recuperar su cuerpo.
Por él y por los demás migrantes que han perdido la vida a lo largo del camino, ambos grupos de Sant’Egidio hicieron una parada en el cementerio de Bihac para rezar ante las tumbas sin nombre.
En el territorio de Bihac hay actualmente alrededor de 1500 migrantes, entre los que viven en campamentos institucionales, como los de Lipa (ahora reconstruido –y mejorado– después del incendio de diciembre de 2020), y Borici, y las casas «okupadas», casas abandonadas y campamentos aislados en el monte donde la vida es extremadamente dura.
Desde hace un año, Sant'Egidio ha establecido fuertes lazos de amistad con los migrantes que viven en estos lugares, y ha vuelto casi mensualmente para visitarlos. En estos días de Navidad, los Jóvenes por la Paz han llevado regalos y han celebrado las fiestas con los numerosos niños y familias que hay.
«Lucha contra la fortaleza Europa», está escrito en la pared de una de las casas ocupadas: la solidaridad y la presencia constante, también quieren ser una forma de erosionar, de manera pacífica y constructiva, el muro de la «fortaleza de Europa».