El encuentro Europeans for Peace tuvo lugar en Roma el pasado sábado 9 de octubre. 400 jóvenes de 15 países se reunieron, presencialmente por fin, para discutir y reflexionar juntos sobre cómo construir el mundo pospandémico. Hay dos elementos sobre los que se basa este nuevo comienzo, del que los jóvenes de Sant’Egidio quieren ser promotores: Paz y Comunidad.
Las imágenes del aeropuerto de Kabul nos recuerdan que la paz es necesaria. Mario Giro lo explicó bien, dirigiéndose a la asamblea de jóvenes europeos. Todavía hay demasiados conflictos interminables que siguen causando víctimas y desgastando países enteros. Pero hablar de paz - dijo Giro - también es fundamental en Europa donde, en palabras del escritor húngaro Sandor Marai "todavía no hay guerra pero ya no hay paz". A menudo, de hecho, en muchos países del viejo continente vemos el regreso de la retórica nacionalista que alimenta las tensiones sociales e incita a la violencia contra quienes son diferentes o extranjeros. El desafío de la Generación Y y los Europeans for Peace que forman parte de ella es, por tanto, revivir la cultura de la paz en Europa, especialmente ahora que los testigos de la Segunda Guerra Mundial están desapareciendo. Como recordó Giro, “la paz es un trabajo constante y continuo que comienza en nuestras ciudades”.
Además del importante trabajo por la paz, se ha reflexionado sobre el papel de los jóvenes en la reconstrucción de la red de humanidad que se ha hecho más frágil por la pandemia. Marco Impagliazzo subrayó este aspecto en su discurso de la tarde, afirmando que "El nuevo mundo post-pandémico solo puede renacer como un nosotros comunitario, de lo contrario será peor que antes". "En el desierto de la pandemia - continuó Impagliazzo - vosotros, jóvenes, habeis sido árboles que han dado cobijo y aliento a tanta gente pobre”. Ahora es el momento de reconstruir las redes de solidaridad, de convertirnos en un bosque para lograr ese "cambio climático social" que pueda responder al miedo que genera el aislamiento pandémico. Hacer llegar a todos la amistad que viven los jóvenes de Sant’Egidio con los pobres en la ciudad donde están presentes es la clave para lograr este cambio radical.
Las historias de los jóvenes que hablaron durante la jornada nos permiten vislumbrar una Europa diferente. La amistad con las personas sin hogar en Londres y Hungría, las misiones en Bihac y Lesbos y la acogida de refugiados gracias a los corredores humanitarios, hablan de una Europa acogedora e inclusiva. Una Europa en la que la solidaridad se convierta en una alternativa concreta al individualismo del mundo globalizado.