Un almuerzo en el parque del castillo de la Academia Católica, música y ambiente festivo. Así, y cumpliendo la normativa sanitaria vigente en Alemania, se han reunido los amigos del comedor de Sant’Egidio en el barrio de Schwabing, en el corazón de Múnich.
Durante los largos meses de restricciones y confinamiento, el comedor de Sant'Egidio en Múnich nunca ha cerrado. Ha podido llevar a cabo su imprescindible servicio, al que cada vez se han referido más personas, en su mayoría sin techo y ancianos solos. Desde febrero de 2020, el comedor abre un día más y sirve 600 comidas completas cada semana, con comida caliente, frutas, bebidas y dulces. Desde la obligatoriedad de la máscara, a todos los asistentes se les ha ofrecido una nueva cada vez, del tipo FFP2.
En el comedor se reciben varias preguntas de ayuda. Hay quienes se han salvado de tener que dormir en la calle. A muchos se les ayudó a registrarse para la vacunación.
Desde el inicio de la pandemia, más del 50% de los que acuden al comedor son personas sin hogar. Viven en la calle, en albergues de emergencia y se ganan la vida mendigando. En los últimos tiempos, cada vez más jóvenes de la Europa del Este buscan trabajo en Múnich para mantener a sus familias en su pais de origen. Para enviar todo el dinero a casa, se sacrifican y viven en lugares improvisados, para no pagar un alquiler caro.
Cada año 20.000 personas solicitan viviendas sociales, pero solo hay disponibles 3.000 apartamentos. Aquellos que no encuentran un apartamento buscan hospitalidad en estructuras para personas sin hogar, muchos de ellos son refugiados.
En el comedor se lucha contra la soledad, un compromiso que va de la mano de la oferta de comida. Para muchos ancianos es un gran apoyo encontrar caras amistosas, tener un punto de encuentro durante la semana. Una comida cuidadosamente preparada les ayuda a ahorrar dinero, para que puedan pagar luego las facturas con sus pensiones bajas. Una fiesta, con ancianos y vagabundos, y amigos de la Comunidad de Sant'Egidio, ha sido un acontecimiento esperado y espontáneo. El vínculo entre ellos se ha hecho más estrecho durante la pandemia, y ha hecho aún más evidente, como dijo el Papa Francisco, que nadie se salva solo.