Honduras es uno de los países más pobres del continente americano. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (ECLAC), cerca del 40% de su población vive en pobreza extrema y el 67,4% en pobreza relativa, concentrada principalmente en las zonas rurales, donde el 73,5% de las familias vive en situación de pobreza. En medio de este escenario de desesperación, la emigración es "ante todo una lucha por la supervivencia".
Cerca de 300.000 hondureños huyeron a Estados Unidos en 2019, en un contexto de crecientes medidas antiinmigración del presidente Trump y el gobierno mexicano. Como resultado, el Observatorio de Migración Internacional en Honduras registró un aumento de las deportaciones entre 2018 y 2019, con el regreso de 109.185 hondureños entre enero y diciembre de 2019, en su mayoría expulsados de México (64.649). Entre estos, 24.040 eran niños.
La pandemia de Covid avanza y la crisis económica nacida de la paralización de las actividades productivas empuja aún más a la población hacia la emigración. Las vacunas no se encuentran por ningún lado y en las últimas semanas la perplejidad general sobre la capacidad del gobierno para actuar por el bien de todos ha aumentado. Uno de los motivos ha sido la reciente confiscación de miles de vacunas Sputnik falsas producidas ilegalmente y confiscadas en México en un avión privado con destino a San Pedro Sula, la segunda ciudad más poblada del país. A mediados de abril, según datos facilitados por la OMS y la Universidad de Oxford, solo se vacunaba el 0,03% de la población (2.639 de un total de más de nueve millones de habitantes).
La Comunidad de Sant'Egidio en los últimos meses ha continuado su compromiso de garantizar la alimentación a las personas que viven en dificultad en este período marcado por tantas crisis: sanitarias, laborales, medioambientales, alimentarias.
Hemos prestado especial atención a las personas sin hogar y los más vulnerables, como los ancianos y las mujeres solteras con hijos.
Después de un año de experiencia podemos decir que las Comunidades de Tegucigalpa, S. Pedro Sula y Comayagua han creado una cadena de solidaridad involucrando a cientos de personas que preparan comidas en sus hogares, mientras un buen grupo de jóvenes universitarios y adultos las distribuyen a quién enfrenta este período de emergencia sin recursos.