En América Latina la pandemia de coronavirus no remite y corre el peligro de provocar una recesión económica con efectos sociales devastadores. Uno de los países más afectados es Colombia, con más de medio millón de contagios y casi veinte mil muertos. En las últimas dos semanas, se ha deteriorado el clima interno del país a causa de un parón en el proceso de paz y del agravamiento de la violencia, que ha provocado siete masacres con unos cincuenta muertos. Esta situación pone en peligro el acuerdo de paz que firmaron en 2016 las FARC y el Gobierno.
En este contexto, la presencia de la Comunidad en el país sudamericano está demostrando ser de gran importancia. Sant'Egidio de Bogotá ha redoblado los esfuerzos para responder a las múltiples necesidades de los pobres, empezando por los repartos de paquetes de alimentos para familias con problemas y por el aumento de cenas itinerantes en varias zonas de la ciudad para ayudar a las personas que viven en la calle.
Por otra parte, como medida para romper el aislamiento de los ancianos, hemos puesto en marcha varias iniciativas, como el envío de cartas. Los Jóvenes por la Paz también se han organizado para mantener el contacto con los niños de las Escuelas de la Paz a través de videollamadas.
Una realidad especialmente compleja es la de los migrantes provenientes de Venezuela. En los últimos tres años casi dos millones de venezolanos han cruzado la frontera colombiana; la mayoría han tenido que recorrer miles de kilómetros haciendo viajes complicados a causa de las condiciones climáticas, de la violencia y del peligro de ser secuestrados o estafados por varios grupos criminales que hay en el territorio colombiano.
Sant'Egidio ha trabajado desde el primer momento para ayudar e integrar a los inmigrantes repartiendo alimentos por la calle y en algunos campos de la ciudad, además del apoyo escolar a los niños con la Escuela de la Paz. Recientemente, gracias a una colaboración con la Universidad de Los Andes, la Comunidad ha impulsado una campaña para recoger productos alimentarios y al mismo tiempo informar a los migrantes sobre los servicios y los derechos que tienen, para crear así una cultura de la acogida en la sociedad.
Y fruto de esta solidaridad se ha abierto una casa para dos familias de migrantes venezolanos que vivían en la calle. Habían llegado a Bogotá cinco meses atrás después de un largo viaje, y gracias a la solidaridad de mucha gente hemos podido darles una casa, que les da protección y esperanza en tiempos de pandemia.
La Comunidad de Sant’Egidio de Colombia sigue estando con los migrantes venezolanos y los más pobres, porque esta pandemia nos ha recordado a todos que estamos en la misma barca, y a pesar de las dificultades, podemos ser un signo de paz y solidaridad.