Un paso más en la dirección del respeto a la vida, siempre, incluso la de quien ha podido cometer crímenes graves, sin excepciones. Colorado, con la firma por parte del gobernador Jared Polis de la ley Sb20-100, hace avanzar al mundo hacia una justicia capaz siempre de no humillar la vida. El 31 de enero, con 19 votos a favor y 13 en contra, el senado –de mayoría republicana– aprobó la ley, y el pasado 26 de febrero, con 37 votos a favor y 27 en contra, fue aprobada por la Cámara de diputados, de mayoría demócrata.
La Comunidad de Sant’Egidio recibe con satisfacción la noticia de la abolición de la pena capital en Colorado, el 22 estado americano que abandona la pena capital, junto con la conmutación a cadena perpetua de la pena de los tres últimos condenados a muerte del estado. Se trata de una victoria que viene de lejos, gracias al trabajo de grupos abolicionistas como Equal Justice USA, abolicionistas históricos, como Dave Atwood, pionero de la lucha por la defensa de los derechos humanos y fundador de la Coalición texana, que desde finales de los años 90 colabora con Sant’Egidio en esta causa, y por el crecimiento del movimiento bipartidista de diputados y senadores americanos contra la pena capital, más en sintonía con el rechazo radical de la pena de muerte que contiene la revisión del Catecismo de la Iglesia católica impulsada por el papa Francisco, para quien la pena capital es siempre "inadmisible".
Es otra señal del debilitamiento de la pena capital en EEUU –incluso en un tiempo marcado por las preocupaciones derivadas de la difusión de la pandemia de coronavirus y de los fuertes impulsos justicialistas, incluida la reanudación de las ejecuciones americanas a nivel federal, impulsada por la administración Trump– a causa, entre otros motivos, del crecimiento del conocimiento de los numerosos fallos del sistema judicial, el número de inocentes que hay en los corredores de la muerte y el crecimiento del movimiento de familias de víctimas que se oponen a la pena de muerte. Un conocimiento que va acompañado de luchas de los abolicionistas mundiales y del crecimiento de movimientos globales contra la pena capital, como el movimiento transnacional de las 2000 ciudades contra la pena de muerte, las "Ciudades por la Vida".