El papa Francisco habla de Zimpeto en la audiencia general: "lo más importante son los enfermos. El hospital es de la Comunidad de Sant’Egidio, pero es para el pueblo, todos unidos".

Palabras del Papa en la audiencia general a su retorno del viaje a África

En la audiencia general a su retorno a Roma, el papa Francisco ha hablado de su viaje a Mozambique, Madagascar y Mauricio, y ha citado el proceso de paz y su visita al centro Dream de Zimpeto.

En Mozambique, ha dicho, "deseé esparcir semillas de esperanza, de paz y de reconciliación en una tierra que ha sufrido mucho en el pasado reciente a causa de un largo conflicto armado y que la primavera pasada fue golpeada por dos ciclones que provocaron daños muy graves. La Iglesia sigue acompañando el proceso de paz, que el 1 de agosto hizo un avance con un nuevo Acuerdo entre las partes. Y quisiera agradecer a la Comunidad de Sant’Egidio que ha trabajado mucho en este proceso de paz.

En ese sentido animé a las autoridades locales para que sigan trabajando por el bien común. Y animé a los jóvenes, que se reunieron a pesar de tener confesiones religiones distintas, para que construyan el país superando la resignación y la ansiedad, difundiendo la amistad social y valorando las tradiciones de los ancianos. A los obispos, a los sacerdotes y a las personas consagradas, con quienes me reuní en la catedral de Maputo, dedicada a la Virgen Inmaculada, les propuse el camino de Nazaret, el camino del generoso a Dios, recordando con gratitud su llamamiento y sus orígenes. Una fuerte señal de esta presencia evangélica es el Hospital de Zimpeto, en la periferia de la capital, fruto del trabajo de la Comunidad de Sant’Egidio. En aquel hospital vi que lo más importante son los enfermos, y todos trabajan para los enfermos. Además, no todos pertenecen a la misma religión. La directora del hospital es una mujer, investigadora, una gran mujer, investigadora del sida. Es musulmana, pero es la directora y aquel hospital es un hospital que ha hecho la Comunidad de Sant’Egidio. Pero allí todos, todos están juntos por el pueblo, unidos, como hermanos.

Mi visita a Mozambique culminó con la misa que celebramos en el estadio, bajo la lluvia, pero todos estábamos felices. Los cantos, los bailes religiosos... una gran felicidad. Tanto daba, si llovía. Y allí resonó el llamamiento del Señor Jesús: "Amen a sus enemigos" (Lc 6,27), la semilla de la verdadera revolución, la del amor, que apaga la violencia y crea fraternidad.

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