Siguiendo la estela del encuentro Puentes de paz de Bolonia, en Buenos Aires la Comunidad de Sant’Egidio reunió el 20 de octubre a los representantes de las distintas religiones para recordar a los países en guerra y para invocar la paz. Mucha gente se congregó para escuchar el testimonio de las distintas tradiciones. Hablaron el metropolita Ignacio de la Iglesia ortodoxa rusa, el primado de la Iglesia armenia de Argentina y Chile, Muradian, un representante del Centro islámico argentino, la asociación budista Soka Gakkay y Ram Krishna Sing, de la comunidad sij.
También intervinieron en video los rabinos Alejandro Avruj y Abraham Skorka, Crisostomo Juan Gazzali, arzobispo y vicario patriarcal de Argentina de la Iglesia siria y el obispo Venables de la Iglesia anglicana.
Fue especialmente importante el testimonio de algunos venezolanos, que hablaron de la dramática situación de Venezuela. Según un estudio realizado a finales de 2017, la mitad de las personas de entre 18 y 29 años y el 55% de la clase media declaraban querer abandonar el país. Dos terceras partes de los que esperaban emigrar lo hacían por la situación económica. Hoy día los venezolanos que deciden emigrar aumentan sin parar, lo que da a entender que se trata de la mayor emigración forzada de la historia de América Latina.
La organización para las migraciones de la ONU considera que a finales de 2017, aproximadamente 1,6 millones de venezolanos vivían fuera del país. Hoy los números seguramente son muy superiores: en junio de 2018, solo en Colombia, vivía casi un millón de emigrantes venezolanos. El Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registró 135 mil peticiones de asilo de ciudadanos venezolanos en los primeros siete meses de 2018, un 20% más que en 2017. El número total de desplazados venezolanos podría llegar ya a los cuatro millones, sobre una población de unos treinta millones.
También habló el padre Solalinde, defensor de los derechos de los migrantes en México, que animó a los Jóvenes por la Paz a continuar siendo amigos de los débiles y de los olvidados. Los jóvenes manifestaron su deseo de paz con la música y el baile en un "Festival de la paz". El encuentro se cerró con la firma del Llamamiento de Paz.