Un grupo de la Comunidad de Sant’Egidio y de los Jóvenes por la Paz de Würzburg y de Berlín, entre los que había algunos nuevos europeos que han huido recientemente de la guerra, fue el 29 de septiembre a visitar el campo de concentración de Buchenwald para recordar a las víctimas del nazismo: judíos, gitanos, cristianos de todas las confesiones y opositores políticos.
Los asistentes hicieron un llamamiento para decir no a la indiferencia y a toda forma de odio y de racismo y para afirmar que la paz es el futuro. En la cercana Weimar se reunieron para recordar el genocidio de los armenios durante la Primera Guerra Mundial y las guerras de hoy, entre las que destaca la de Siria, y para escuchar el testimonio de Dora Winterstein, una gitana cuyo marido logró sobrevivir a Buchenwald y Auschwitz; Dora les advirtió para que no cayeran en los prejuicios ante las minorías.
El día terminó con la celebración de la Fiesta de la Palabra, tomando como modelo el testimonio de Paul Schneider que, encerrado en aquel infierno, con valentía anunciaba el Evangelio y fue conocido como el predicador de Buchenwald.