En ocasión del 50 aniversario de Sant'Egidio, se hizo una gran fiesta en Mozambique por la visita de Cristina Marazzi que se encontró con las comunidades de Maputo, Beira y Nampula, en el sur, el centro y el norte del país.
Durante una semana se han multiplicado los encuentros con el pueblo de los amigos más pobres: los ancianos, los amigos de las Escuelas de la Paz, los niños de la calle, los presos, que son "el tesoro de la Comunidad", en todos los lugares donde Sant’Egidio significa humanización, derechos y curación.
Uno de estos lugares es la cárcel de Nampula, que este año, gracias a la colecta de todas las comunidades del mundo, dispone de un sistema de alcantarillado y de un nuevo depósito de agua de gran capacidad que permite que los presos tengan agua corriente en los nuevos baños. Son obras que han mejorado la higiene y la salud de los presos.
Cristina Marazzi también ha visitado los centros de inscripción gratuita del Programa Bravo! que en Mozambique ha dado nombre a más de 160.000 niños. En Nampula, ciudad donde empezó el programa, muchas madres han tenido finalmente la oportunidad de inscribir a sus hijos gracias a la campaña que se lleva a cabo en las escuelas y que permite inscribir tardíamente a los niños de hasta 13 años. Se trata de una campaña que llega incluso a rincones remotos del país, gracias al trabajo de los activistas que sensibilizan e informan a las familias de las zonas más periféricas sobre la importancia de la inscripción en el registro civil, que es el primero de todos los derechos civiles y la base de un país democrático. El encuentro con las mujeres que en las maternidades estaban inscribiendo a los niños recién nacidos ha sido emocionante y ha mostrado el amor que Sant’Egidio tiene por Mozambique.
Un amor cuyo calibre se ha visto en las hermosas asambleas con las Comunidades mozambiqueñas, ocasión para comprender nuevamente, en este 50 aniversario, al larga historia de amistad de Sant’Egidio con Mozambique. Desde la primera visita de Andrea Riccardi, Cristina Marazzi y Matteo Zuppi, en 1984, en un momento difícil para el país, hasta el proceso de paz o el trabajo de hoy, no solo con los programas DREAM (ve a la noticia de inauguración del nuevo centro de Zimpeto), Bravo, y el gran trabajo en tantas situaciones de pobreza, y también con el crecimiento de una generación que, como han demostrado los Jóvenes por la Paz, ha aprendido que gastar la vida por los demás da alegría, con el sueño grande de hacer crecer la paz y con el entusiasmo de cambiar el mundo.
De norte a sur de Mozambique, estos encuentros han sido la oportunidad de que muchos –jóvenes o no– renueven su SÍ al Espíritu que sopla en la Comunidad y se abran a todos los desafíos que hay en las ciudades.
La ayuda en la cárcel, el programa Bravo, los Jóvenes por la Paz: rostros de una amistad sin fronteras