Binta tiene casi 12 años. Gracias a los apadrinamientos la Comunidad de Sant’Egidio se cuida de ella desde que era una niña de solo 5 años. Vive en
Catiò, una pequeña aldea del sur del país, una "región aislada", como la definen los mismos guineanos. Allí solo llegan las migajas del reducido bienestar que se puede encontrar en la capital Bissau.
Ya son las seis de la tarde, la escuela São Bento está cerrada, pero Binta sabe que llegaremos al cabo de poco y se queda de vigía.
Tras viajar cinco horas para cubrir el trayecto de 270 km que separan Catiò de Bissau, finalmente llegamos. Al cabo de poco oímos que llaman a la puerta. Es nuestra amiga Binta, que entra y nos abraza sonriendo.
A través de ella sentimos que recibimos el abrazo de los 314 niños y jóvenes que han podido ir a la escuela gracias a la ayuda de los apadrinamientos.