50 años después del inicio en las chabolas a orillas del Tíber y en una época en la que fácilmente se recurre a la violencia, las Escuelas de la Paz de Sant’Egidio no han pasado de moda. Al contrario, parecen más necesarias que nunca.
Así se puede resumir el encuentro que tuvo lugar en Madrid el viernes 25 de mayo, en la iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas para presentar la versión en lengua española del libro "A la Escuela de la Paz", que recorre la historia de 50 años de amistad con los niños de cientos de ciudades de las periferias del mundo. Intervinieron Federico Mayor Zaragoza (ex director de la Unesco), José Luis Segovia (vicario episcopal de la diócesis de Madrid), N'Goy Ngoma (antiguo niños de la Escuelas de la Paz de Madrid), Mª Ángeles López (Directora de Editorial San Pablo) y Adriana Gulotta (coordinadora del libro y responsable internacional de las Escuelas de la Paz de Sant'Egidio).
Federico Mayor Zaragoza puso de manifiesto que el trabajo de la Comunidad por la paz empieza precisamente por un "compromiso educativo diario en barrios periféricos, en contextos difíciles, dando la palabra a los niños y ayudando a los adultos a entender la realidad", mientras que José Luis Segovia hizo un análisis profundo del libro y destacó la importancia para los adultos de entender el mundo de los niños.
Fueron especialmente emocionantes las palabras de N'Goy Ngoma, que hizo un viaje por su historia personal de hijo de refugiados congoleños que llegó a un barrio de Madrid donde había un fuerte sentimiento de exclusión y marginación. Allí la Comunidad de Sant’Egidio llegó "como un milagro" que le ayudó a él y a su familia en los momentos más difíciles. N'Goy describió la Escuela de la Paz como un lugar de amistad, de fomento de la cultura y de la música, donde convivían niños diferentes y donde aprendió a afrontar el mundo con una familia muy numerosa, con padres, madres y hermanos que nunca lo dejaron solo.
Adriana Gulotta explicó los motivos que llevaron a Sant’Egidio a hacer un trabajo colectivo en un tiempo de individualismos, y destacó en varias ocasiones que los verdaderos protagonistas son todos los niños cuyas palabras dieron como resultado el libro.
El libro muestra el método de Sant’Egidio, que es la amistad, que da a los niños "el arma del diálogo y de la lengua". Como conclusión, Mª Ángeles López dijo: "El secreto de la Escuela de la Paz es el de imaginar un lugar mejor para quien parece estar condenado a no tener futuro".
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