Entre los 300 jóvenes que del 19 al 24 de marzo empiezan junto al papa Francisco el itinerario del Pre-Sínodo en vista de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional también hay una representante de la Comunidad de Sant’Egidio.
Ayer fue entrevistada por el periódico Avvenire, Alessandro, de los Jóvenes por la Paz:
"Tener menos miedo de proponer a los jóvenes conocer a los pobres y la oración". Esta es la sugerencia que Alessandro Iannamorelli, de 25 años, estudiante romano de derecho, cree que puede hacer a la Iglesia, en particular a los obispos a quienes entregará el documento que surgirá de las reflexiones de los 300 participantes en la reunión pre-sinodal en curso en Roma. A diferencia de lo que se suele pensar, es decir, que "se busquen una diversión más grande", los jóvenes desean encontrar "una voz autorizada". "Y la voz autorizada viene de los pobres, porque conociéndoles se puede encontrar a Jesús", destaca Alessandro, que al formar parte de la Comunidad de Sant’Egidio ha adquirido esta convicción sobre el terreno, es decir, "en la realidad que vivo, formada por jóvenes que ayudan con clases de repaso a los niños de la periferia de Tor Bella Monaca, que acompañan a adolescentes que buscan figuras de referencia o que van a visitar a los ancianos".
"Se puede redibujar la sociedad y sin duda hacen falta cambios, pero las revoluciones más verdaderas nacen del corazón", observa el estudiante para quien "si empezamos por los jóvenes hay una perspectiva para la solución de los problemas globales y que requieren un sentimiento de fraternidad entre los pueblos". Como por ejemplo el desempleo, un fenómeno que no tiene fronteras ni latitudes. O también "la precariedad de las relaciones humanas, cada vez más orientadas a contactos fugaces". "Vienen a la memoria las palabras del sociólogo Zygmunt Bauman que alertaba del peligro de dejarse embargar por las emociones y no cultivar un sentimiento", destaca Alessandro, que también subrayaba que "es importante que los jóvenes sientan que no todo es precario y que asuman una responsabilidad, porque sin un horizonte se pueden sentir bloqueados y sin perspectivas". No hay que "dejarse dominar por el miedo y la resignación", sino trabajar por el bien común. "El mundo nos pide que seamos globales, que estemos interconectados: este –termina– es el camino a seguir".
El Papa escucha a los jóvenes en el pre-sínodo.
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