César, de la Comunidad de Sant'Egidio de Ciudad de México, explica la historia de amistad con algunas familias otomíes sin techo, una minoría étnica de México central.
"«Hace dos años, cuando íbamos con los otros amigos de la Comunidad por la ciudad para llevar comida a las personas sin techo, conocimos a algunas familias otomíes que con sus niños pedían limosna por la calle o intentaban vender algunos objetos para vivir. Nos preguntamos: ¿por qué aquellos niños viven en la calle? ¿Por qué no van a la escuela?
Entonces empezamos a conocer a aquellas familias, al inicio no fue fácil, desconfiaban un poco, pero con el paso del tiempo, con la fidelidad de las visitas, nació una amistad y los padres empezaron a hablarnos de sus problemas. Querían que sus hijos fueran a la escuela como los demás, pero no podían porque no estaban inscritos en el registro civil y las escuelas no podían matricularles. Son familias pobres, que inmigraron a la capital mexicana en busca de condiciones de vida mejores. Sus hijos, al igual que otros millones de niños de México, no están inscritos en el registro civil, y eso impide que puedan gozar de una serie de servicios esenciales. El primer paso fue ayudar a aquellas familias a superar varios obstáculos burocráticos para inscribirse en el registro civil.
Una vez obtenidos los documentos acompañamos a los niños a matricularse a la escuela: el primer día de clase fue muy emocionante, con el uniforme, la mochila y los cuadernos. ¡Estábamos orgullosos y felices por ellos! Luego, al terminar las clases, les llevamos a la Escuela de la Paz, donde juegan y aprenden la cultura de la solidaridad con los demás niños.
Un día sus padres nos vinieron a pedir una cosa: “Queremos que nuestros hijos sean bautizados, y que ustedes, de la Comunidad de Sant'Egidio, sean sus padrinos y madrinas, ¡porque son nuestra familia!”. Aceptamos con mucho gusto. Fue para nosotros un honor. Otra etapa de una historia de amistad que nació con un pequeño gesto de solidaridad, como fue el de llevar comida a quien vive en la calle. Un pequeño gesto que abrió una puerta y cambió la vida no solo de aquellos niños sino también la nuestra".