Hace exactamente 10 años, entre el 8 y el 9 de julio de 2007, moría en Goma (Congo) Floribert Bwana Chui, un joven de la Comunidad de Sant'Egidio que fue asesinado porque no cedió a la corrupción para proteger a los demás. Tenía solo 26 años. En el décimo aniversario de su desaparición, recordamos a este joven mártir de la integridad frente a la corrupción.
Durante su primer viaje a África, en el estadio Kasarani de Nairobi, el papa Francisco, contestando a la pregunta que le había hecho una joven ("¿Se puede justificar la corrupción alegando que todos son corruptos? ¿Cómo podemos ser cristianos y luchar contra el mal de la corrupción?"), reflexionaba: "Cada vez que aceptamos un soborno destruimos nuestro corazón y nuestra patria. Por favor, no le cojan el gusto a este azúcar que se llama corrupción. Como en todo, hay que empezar: ¡si no quieres la corrupción, empieza tú mismo, ahora! Si no empiezas tú, ¡tampoco empezará tu vecino!".
Unos diez años antes un joven cristiano congoleño había empezado. En primera persona, resistiendo hasta derramar su sangre, soportando la tortura y la muerte. Hace exactamente diez años dijo "No" a la corrupción, quiso impedir que el azúcar del dinero fácil lo destruyera por dentro y continuara corroyendo la vida de su país, había dado prioridad a la vida y la salud de la gente por delante de su tranquilidad personal.
Aquel joven se llamaba Floribert Bwana Chui bin Kositi, había nacido en 1981 en Goma, en el este de la República Democrática del Congo, cerca de la frontera con Ruanda, y murió en Goma, asesinado entre el 8 y el 9 de julio de 2007 por no permitir que pasaran por la frontera alimentos en mal estado, que serían nocivos para la salud de la población.
Formaba parte de la Comunidad de Sant'Egidio de Goma. Era uno de los jóvenes más fieles, generosos e inteligentes en el servicio a los jóvenes que viven por la calle. Trabajaba en la aduana como "Comisario de mercancías deterioradas", y tenía el encargo de intervenir en el caso de que las partidas alimentarias que entraban en el Congo provenientes de Ruanda no tuvieran los requisitos necesarios para su comercialización y consumo. El padre Dominique Karamba, deán del Saint-Esprit de Goma, y hoy ya fallecido, comentaba: "Bwana Chui se negó a dejar que pasaran alimentos que habrían podido envenenar a mucha gente. Y entonces orquestaron el golpe contra él. El dinero fue la causa de su muerte. Por eso su figura puede ser un modelo para aquellos que luchan contra la corrupción, para aquellos que no quieren contaminarse".
Hoy se abre en Goma la fase diocesana del proceso de beatificación de Floribert. Es un proceso por martirio, porque aquel joven sacrificó su vida por una integridad a la que lo llamaban no solo las leyes del Estado, sino también las del Evangelio. Una amiga suya, la hermana Jeanne-Cécile, recuerda su último encuentro con Floribert: "Me dijo que habían intentado corromperle para que no destruyera unos alimentos en mal estado. Le habían ofrecido primero 1000 dólares, y luego más, hasta llegar a 3000. Pero él los había rechazado: en cuanto cristiano no podía aceptar poner en peligro la vida de tanta gente. Le dije que había hecho bien, que actuando así no se había hecho cómplice del mal. Entonces él añadió: 'El dinero desaparecerá pronto. En cambio, ¿qué habría sido de las personas que consumieran aquellos productos?'. Y continuó: '¿Vivo en Cristo o no? ¿Vivo para Cristo o no? Por eso no puedo aceptarlo. Es mejor morir antes que aceptar ese dinero. Así terminó. Habíamos quedado de acuerdo para volvernos a ver el sábado siguiente, para seguir hablando. Pero aquel sábado estuve ocupada hasta las 15.00, y cuando le llamé al móvil no contestaba, ya lo habían secuestrado", .
Monseñor Faustin Ngabu, obispo de Goma en aquellos años, declaró: "Floribert murió por su honestidad. Por desgracia en el Congo hay mucha miseria. Se dice: "Bueno, todos lo hacen". Pero en Floribert veo a alguien que supo conservar su libertad en una situación extremadamente difícil. Lo que vivió fue una manera fuerte de vivir la vida cristiana. Vivió como alguien fuerte".
La fe, escuchar el Evangelio, el amor por la justicia, se tradujeron en fuerza, en el caso de Floribert. Una fuerza que se comunica, que anima a resistir, abre la confianza en un mundo mejor, menos esclavo del dinero, más libre, más justo, más humano.