"Quiero ayudar a los demás, del mismo modo que hicieron conmigo". Roberto, de 28 años, es un joven gitano que vivió su infancia en el campo de gitanos que durante años fue el más grande de Europa, el Casilino 900 de Roma. Era un lugar desolado, que actualmente ya no existe. Allí los amigos de Sant’Egidio eran para los niños un incentivo y una ayuda concreta para seguir los estudios.
Así cambió su vida: hoy tiene un título de contabilidad y un máster en marketing hotelero de la región del Lacio. Y es voluntario de la Comunidad de Sant’Egidio, que hace el servicio civil en las bibliotecas de Roma, en la periferia, en San Basilio y en Ponte Galera. Roberto ayuda a los niños a jugar y les lee libros. Lo aprendió cuando era pequeño...