"Mi casa, tu casa." Este proverbio árabe, que ha citado Andrea Riccardi, ha suscitado un cálido aplauso entre los refugiados que han llegado al alba procedentes de Siria. Son palabras familiares pero también un resumen perfecto del momento inolvidable que están viviendo: la guerra queda a sus espaldas y ante ellos, una casa nueva, una casa de alguien que la ha abierto para ellos. Es la Italia que acoge, la que la Comunidad de Sant’Egidio junto a la Federación de Iglesias evangélicas de Italia y la Mesa Valdense, conoce bien. Aquella Italia que existe, que abre su casa, que calienta los corazones, que enseña gratuitamente la lengua, un trabajo, que ayuda a curar las enfermedades más graves contraídas por culpa de la guerra.
Es lo que, con emoción simple y auténtica, explica Jasmine, la primera que llegó a Italia con los corredores humanitarios. Lo dice primero en Italiano, y luego lo repite en árabe: "A mí me acogieron y ahora yo os acojo a vosotros. Han curado a mi hija, mi esposo trabaja, yo he aprendido italiano y continúo mis estudios". La joven Jasmine ama Italia y enseña a sus hijos a hacer lo mismo. Gracias a los corredores humanitarios ella tiene un futuro y todos nosotros también tenemos un poco más de futuro.
"La guerra es diabólica, la acogida y la hospitalidad forman parte del Espíritu de Dios", les dice Andrea Riccardi, que continúa diciendo: "No nos hemos acostumbrado a la llegada de refugiados de Siria. Seguiremos teniendo abiertos los corredores humanitarios.
Intervencions d'Andrea Riccardi, del pastor Paolo Naso i de Jasmin, la primera que va arribar a Itàlia