Las Comunidades de Sant’Egidio de Roma, Génova, Nápoles, Novara, Pavía y Turín han renovado un año más su amistad con los enfermos psíquicos, los discapacitados y las personas frágiles de Albania, animando un verano de solidaridad en el que han participado cientos de personas de todo el país, conscientes de que la integración europea se hace también difundiendo el respeto a los derechos de los más frágiles.
Mientras que en Tirana los residentes de la casa familia para enfermos psiquiátricos han vivido algunas semanas de vacaciones –con excursiones al mar, visitas al santuario de San Agustín de Laç y al teleférico del monte Dajti, que domina la capital– los Jóvenes por la Paz de Génova y Pavía han hecho fiesta y organizado actividades con las más de 300 personas ingresadas en el hospital psiquiátrico Sadik Dinci de Elbasán. Salir de las paredes del hospital, descubrir los gestos de la cocina, de la carpintería, de pintar y de coser, aprender a hacer fotografías ha sido para muchos de ellos un despertar. Y luego, el último día, una gran fiesta en el local más glamuroso de la ciudad.
En el norte del país, además de las actividades con un grupo de discapacitados del distrito de Lezhe, visitaron a los presos de la cárcel de Shënkoll y unos cien niños de los pueblos de los alrededores han ido cada tarde a la Escuela de la Paz: una semana de fiestas y juegos pero también una semana para continuar, como ocurre ya desde hace años, construyendo una generación que sepa gozar del gusto por vivir juntos, del respeto y de la no violencia.
Una delegación de la Comunidad ha ido a Shkodër para llevar un saludo a Gjovalin Zezaj, el anciano testigo de la persecución de los cristianos albaneses bajo el régimen de Enver Hoxha. Gjovalin recordó el largo periodo que vivió en Roma: «me parecía –ha dicho– que estaba en el paraíso. Cuando estoy con vosotros, me hacéis revivir».