En un encuentro de dos días muy intensos Marco Impagliazzo ha visitado las Comunidades de Sant’Egidio de Tanzania.
Tras haberse reunido con los responsables de las distintas realidades de Tanzania en un congreso en Arusha, se desplazó a Moshi –a unos 90 km al este– donde compartió el servicio de la Comunidad a quienes viven de pedir limosna por las calles –sobre todo ancianos y leprosos– y a los niños de un orfanato de la periferia.
Para las Comunidades tanzanas fue la ocasión de hacer una profunda reflexión, en el 50 aniversario de Sant’Egidio, para mirar al futuro, a un camino de unidad, madurez y responsabilidad.
"Unidad –dijo entre otras cosas Marco Impagliazzo– es una palabra clave, que puede convertir a las Comunidades de Tanzania en una luz para África. Hay que ponerla en alto, como si fuera sobre el Kilimanjaro, para que pueda iluminar a todo el continente".
Hay un gran trabajo por hacer: reforzar y afianzar la amistad con los pobres, cambiar la vida de los niños, de los ancianos, de los presos, de los que buscan esperanza y respuestas concretas; suscitar una cultura de la ternura, y no del descarte.
Se trata de soñar un futuro distinto y de construirlo. Porque la necesidad de los pobres requiere un cambio profundo de la sociedad, y porque el trabajo de Sant’Egidio no termina en un momento hermoso que pasa, sino que se convierte en un movimiento que crece, incluye a muchos y desencadena recursos y energías de bien.