Chantal es una niña de ocho meses que llega en brazos de su madre al campo de refugiados de Zongo, un gran campo que hay a la otra orilla del río Obangui, que divide la República Centroafricana de la República Democrática del Congo.
Muchos centroafricanos durante la guerra escaparon a los países limítrofes, sobre todo de las regiones del norte del país más afectadas por la guerra y por la violencia de los enfrentamientos, para salvar a sus familias.
Eso mismo hizo la madre de Chantal, pero tras el nacimiento de la niña la madre empieza a no sentirse bien y se da cuenta de que Chantal no crece como debería. Algunos parientes de la República Centroafricana le hablan de un nuevo dispensario que ha abierto en Bangui, el centro “Mama Carla”, que ha construido la Asociación Amigos de la República Centroafricana y con el que el Programma DREAM de la Comunidad de Sant’Egidio colabora para tratar a enfermos de VIH, para paliar la malnutrición y con telemedicina.
Entonces la madre de Chantal se pone en camino con su niña, con una piragua cruza el río en seis horas y llega al centro para que la visiten. Antes de irse, da las gracias y dice: «Ahora me siento segura».
La noticia de que han abierto un lugar donde las madres y los niños pueden recibir tratamiento gratuitamente se ha propagado rápidamente en las últimas semanas y cada día llega mucha gente al centro para visitarse y tratarse.
Muchos niños de la cercana escuela Nicolas Barre también han pasado visita y también todos los estudiantes de la Jean Paul II, una nueva escuela donde 80 jóvenes estudian para ser maestros.
Una abuela lleva a su nieta de 4 años, porque sus padres murieron. Viven en una chabola con casi nada para comer. La niña es seropositiva y tiene una fuerte malnutrición. Se llama Elodie, pero nadie la llama por su nombre: la llaman la niña tigre. A causa de una grave infección tiene el cuerpo lleno de manchas azuladas y los demás le tienen miedo. Elodie empieza a seguir tratamiento y en dos semanas gana dos kilos, sus manchas empiezan a desaparecer y finalmente sonríe y juega con los demás niños. La abuela también se anima y recupera la esperanza. Se siente apoyada, ya no está sola y nos dice: “Solo confío en vosotros”.
En la República Centroafricana pobre y con pocos recursos a causa de la larguísima guerra, todo es difícil: curarse, comer o ir a la escuela. Pero la buena noticia del proceso de paz en curso gracias a los acuerdos firmados en Sant'Egidio ha puesto en movimiento una nueva esperanza en las personas y ganas de vivir. Para muchos centroafricanos Sant'Egidio es el nombre de la paz.
Con la puesta en marcha del Programa DREAM, signo concreto de la predilección y de la adopción de Sant'Egidio por aquel país, se convierte también en nombre de curación y de salvación de las enfermedades.
Al finalizar la semana una gran oración reunió a los adolescentes de la escuela, a los maestros, al personal del centro y a las madres para dar gracias al Señor por esta nueva esperanza y para invocar la curación de la enfermedad para muchos centroafricanos.