Monseñor Óscar Arnulfo Romero fue arzobispo de San Salvador, capital del pequeño país centroamericano, "voz de los sin voz", defensor de los pobres y de los humildes privados de voz. Fue asesinado el 27 de marzo de 1980 mientras celebraba la misa en la pequeña iglesia del hospital para enfermos de cáncer en el que vivía. Fue proclamado santo por el papa Francisco el 17 de octubre de 2018 en San Pedro.
La Comunidad de Sant'Egidio lo recuerda como un santo amigo de los pobres y de la paz, que llegó a dar su vida. En la basílica de San Bartolomé de la Isla de Roma, santuario de los mártires de los siglos XX y XXI, que san Juan Pablo II confió a Sant'Egidio, se conservan algunos objetos suyos para recordarlo:
la casulla y el misal que utilizaba para celebrar la liturgia.