Desde hace algunos años, en las paredes del monasterio de Sant'Egidio, primera casa de la Comunidad, se guardan las obras de un artista sirio, Najah Albukai, que, detenido durante mucho tiempo en las prisiones del régimen de Damasco, ilustró las dramáticas condiciones de vida y tortura vividas allí.
Son tres pinturas que relatan lo que él mismo vio y vivió durante los años de encarcelamiento: las torturas, la privación de aire y de luz, las muertes. Situadas justo al lado de la entrada de la iglesia, son testimonio de la memoria y de la oración constante de Sant'Egidio por Siria y su pueblo.
En los últimos días se han colocado flores delante de los cuadros: un signo de homenaje a la memoria de todos aquellos que en los últimos años han sufrido detenciones en estos lugares de los que hoy se descubren nuevas atrocidades, con la esperanza de un tiempo finalmente pacificado.