En el foro "Mediterráneo, mar revuelto por la historia" se proponen métodos para que el Mediterráneo sea cuna de paz

El Mediterráneo es un mar agitado por la historia, es un lugar decisivo para ciertas decisiones geopolíticas; es unitivo por un lado y por otro es el teatro de las tensiones de los países que lo enfrentan, desde el punto de vista de la estructura interna (Túnez, Israel, Palestina) y de su capacidad para afrontar fenómenos estructurales siempre percibidas como emergencias (la 'inmigración'). Pero existe una conexión profunda entre los conflictos, la fragilidad democrática y la migración. El historiador André Vauchez ve en Francisco de Asís al primer occidental que comprendió el vínculo entre pobreza y guerra, que deja prisioneros, discapacitados y la necesidad de procesos de reintegración después de la violencia. Voces autorizadas ponderaron estos puntos cruciales en París, en la conferencia internacional "Imaginar el futuro", en un debate moderado por Vittorio Ianari (Comunidad de Sant'Egidio). Entonces, ¿cómo pensamos en la reintegración mientras la violencia es explícita o latente? En primer lugar, es necesario captar el "espíritu de la época", afirma Dominique Moïsi, asesor especial del Instituto Montaigne en Francia, para encontrar las palabras claves para entendernos unos a otros y los hechos históricos y no quedarnos en el camino. En resumen, no se dejen encasillar por los actores del presente en diferentes latitudes, también porque "las mayorías políticas no son eternas", incluso aquellos que no quieren asumir el desafío de la migración, a la que, explica Ghaleb Bencheikh, presidente de la Fundación del Islam de Francia, “no vigiléis con el contador en la mano porque el mar se ha convertido así en un cementerio”. Por supuesto, junto al "espíritu de la época" también debemos captar lo que el politólogo Gilles Kepel llama "bouleversement", "convulsión del mundo", en la que, tomando prestada una imagen de Bencheik, el derecho internacional se vacía de vetos cruzados. La cuestión Israel-Palestina es decisiva para todos los interlocutores, más allá de la responsabilidad de los actores y de los métodos que se han oxidado con el paso de los años: está la fase de guerra pero "la paz es pensar en las consecuencias", afirma Kepel. ¿Cómo? Para el cardenal Gualtiero Bassetti se trata de "reafirmar la supremacía de las vías del diálogo".

Naftali Haleve, turco y miembro de la Conferencia de Rabinos de Europa, afirma que una búsqueda "individual" no lleva muy lejos, de hecho "en la búsqueda de soluciones individuales a problemas que interesan y afectan a toda la humanidad, conduciremos en última instancia hacia un nuevo estancamiento social. Creo que esto es lo que está sucediendo hoy en la 'cuenca mediterránea', como en otras partes del mundo". El presidente emérito de la República de Túnez, Moncef Marzouki, propone la "fórmula Mandela" a Oriente Medio, para actualizarla al presente, con las partes en conflicto y mantener vivo así un rayo de esperanza.

La información correcta juega un papel decisivo y por eso Khadija Benguenna, periodista de Al Jazeera, lamenta "el cierre de nuestra oficina por parte de las autoridades y en directo por televisión" por la culpa de tener un bolígrafo y violar el silencio.