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La ministra marfileña Ouloto: “África debe negarse a ser el escenario de guerras por poderes”. Intervención en la mesa redonda "África hoy"

«La paz para nosotros no es una opción, sino una obligación».  Anne Désirée Ouloto, ministra de la función pública de Costa de Marfil, en el encuentro “Imaginar la paz”, organizado por Sant’Egidio, hizo un sentido llamamiento a la comunidad internacional señalando la resolución de los conflictos como el punto de partida para la solución de los complejos problemas de África.
 
En su intervención en la  mesa redonda  “África hoy”, la ministra marfileña recordó la maraña de conflictos armados y tensiones que vive actualmente el continente africano: «Desde 1950 –explicó–, 214 de los 486 golpes de Estado que ha habido en el mundo han tenido lugar en África. Además, en nuestros países se sufren las consecuencias de las relaciones conflictivas entre las grandes potencias mundiales. África debe negarse a seguir siendo escenario de guerras por poderes”. La ministra citó el lema acuñado por Félix Houphouët-Boigny, el primer presidente de Costa de Marfil: «Amigos de todos, enemigos de nadie», para afirmar la necesidad de un nuevo papel del continente en los equilibrios internacionales.  «Los países africanos –siguió diciendo– deben invertir con valentía en la resolución de los conflictos internos y regionales. Solo así, encontrando una nueva unidad, podrán responder a sus necesidades sin estar subordinados a los de otros sujetos».
 
Otro tema abordado en la mesa redonda fue el de la deuda, que ha alcanzado 1,14 billones de dólares y que, como explicó el misionero  Giulio Albanese, director de la Oficina de cooperación misionera de la Diócesis de Roma «se ha financiado literalmente con acreedores privados como seguros, bancos, fondos de inversión y, por consiguiente, ahora está indisociablemente asociado a las actividades especulativas de los mercados internacionales».
 

Pero se identifica solo a África por sus problemas: mientras que Europa envejece –y en 2050 será menos del 5% de la población mundial–, la edad media del continente africano es de 20 años. «Los jóvenes africanos, no obstante, son distintos de sus padres –explicó  Mario Giro, de la Comunidad de Sant’Egidio –porque son más individualistas y emprendedores, y su sentido de comunidad, el ubuntu, es menos fuerte». Y  Jean Mbarga, arzobispo católico de Camerún, añadió: «Hay que formar a jóvenes competentes que amen sus países y quieran no emigrar. Por eso, más que la economía, el punto de partida es la promoción humana».

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