"La guerra es la madre de todas las pobrezas y el amor logra todas las riquezas y las paces. Y tengo que confesaros una cosa: fui a Kiev en la misión que el papa Francisco me encomendó para ayudar a la paz. Fui a visitar el centro de acogida de la Comunidad. Estoy orgulloso de nuestros hermanos y hermanas de la Comunidad de Ucrania, porque en la oscuridad de la guerra y de la desesperación mantienen encendida la luz del amor, hablan con respeto, dan dignidad, y hacen que los demás se sientan importantes y sientan la ayuda que reciben, ofrecen respuestas concretas que muchos otros amigos de la Comunidad de muchas partes de Europa les han ―les habéis― mandado".
Son palabras de esta tarde que Matteo Zuppi, cardenal de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, dijo en Padua, en la Basílica de San Antonio, en la oración por la paz con unos mil jóvenes europeos, entre los que había 70 ucranianos, organizada por la Comunidad de Sant’Egidio a través del movimiento de los Jóvenes por la paz.
"Allí verdaderamente sentí que todos eran hermanos, que estabais también vosotros y que la enemistad había sido vencida ―añadió el cardenal―. Las ciudades brillan con la escuela de la paz o cuando la oscuridad de la soledad es vencida. Basta un poco de luz. Cuando está oscuro una pequeñísima luz lo cambia todo. No pienses nunca que lo que haces no vale para nada. Es importante, mucho más de lo que piensas. Somos luminosos cuando damos
luz a los demás. Y esto hace que nuestro corazón esté encendido". "En Kiev pensé que la paz ya ha empezado".
"Cuando nos sumergimos en la gran navegación de internet pensamos que somos globales, pero en realidad no sabemos ya quiénes somos porque todo parece posible, no hay rostros ni historias, solo pantallas, los demás son solo cuerpos que poseer u observar. No, ¡son mujeres y hombres que amar! El amor tiene un enemigo, un enemigo enemigo, terrible, trágico, despiadado con el que no se bromea porque no bromea: el mal hace daño, destruye la vida. El mal hace que nos enamoremos de las cosas y no de las personas y convierte a las personas en cosas de usar y tirar. El mal echa a perder el amor que tenemos o hace que tiremos la toalla ante los primeros problemas", dijo en conclusión Zuppi. (ANSA)
La paz es posible, la paz ya ha empezado y no es la ausencia de guerra, lo que caracteriza las treguas. Lo dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Zuppi, al celebrar la misa en la Basílica de San Antonio de Padua, frente a unos mil jóvenes europeos, entre los que había 70 de Ucrania, y que participaban en el encuentro de Sant'Egidio "Global Friendship" por la paz.
"Durante estos días tan bonitos, donde vivimos en una ciudad amiga y entendemos que todas las ciudades pueden serlo, días de encuentro, de escucha, de discusión, de mucha alegría y de compromiso, entendemos que la paz es posible, que un mundo de amor no es un sueño romántico, sino una realidad que nos permite “hacer” muchas cosas que nadie pensaba que podría hacer o que fuera capaz de hacerlas", dijo el prelado.
"La guerra, todas las guerras, nos involucran a todos. Es una pandemia. Nuestra amistad es exactamente lo contrario: es amistad global, es un bien sin fronteras. La amistad supera todas las fronteras, nos hace ver como algo normal que seamos distintos, y eso no significa que seamos hostiles". La guerra "produce una epidemia de enemistad con sus frutos más terribles: el odio, la violencia, la muerte, la tortura, el desprecio, la destrucción, los desplazados, la rabia y los muros, creyendo que así estamos seguros y en paz".
Elena Mambelli