La Comunidad de Sant'Egidio expresa su más sentido pesar a los familiares de las víctimas del naufragio de una embarcación en el canal de Sicilia del pasado 3 de agosto, pero del que no hubo noticia hasta seis días más tarde, cuando fueron rescatados los únicos cuatro supervivientes, que estuvieron días enteros en alta mar.
Ante la muerte de 41 personas, entre la que había 3 niños, no podemos simplemente indignarnos o actualizar fríamente las dramáticas cifras de las víctimas de los viajes de la desesperación en el Mediterráneo. Hay que salir del letargo e invertir recursos en el salvamiento de las personas que están en peligro.
Este es un claro llamamiento a toda Europa, especialmente a los países del Mediterráneo más cercanos geográficamente a los naufragios, como Italia, Grecia, Malta y España: antes de discutir sobre cómo gestionar los flujos migratorios hay que hacer todo lo posible para salvar a quien está en peligro. La Comisión Europea debe emplear todas las herramientas de las que dispone para poner en marcha una urgente acción de salvamiento.
Por otra parte, hay que incentivar modelos que funcionan porque favorecen la integración, como los corredores humanitarios, que nuestra Comunidad impulsa junto a varias entidades desde 2016, pero es evidente para todos ―instituciones, empresas y familias― que se deben aumentar las posibilidades de entrar por motivos laborales, porque muchos países de Europa lo necesitan.