La Comunidad de Sant’Egidio de México pide que se protejan la vida y la integridad de todos los migrantes y que se apliquen los mecanismos necesarios para garantizar una migración legal, segura y ordenada. Hay que mirar a la migración con más humanidad.
El 27 de marzo, un trágico incendio en el centro de detención del Instituto Nacional de Migraciones de Ciudad Juárez (Chihuahua), dejó 40 muertos y numerosos heridos. Eran personas que tuvieron que huir de sus países de origen a causa de la guerra, de la pobreza, del hambre y de los efectos del cambio climático. ¿Es justo que tengan que pagar un precio tan alto simplemente porque querían una vida digna? ¿Dónde está el respeto por la dignidad de nuestros hermanos y hermanas migrantes?
Este terrible incidente en la frontera norte es una consecuencia directa de una visión reductiva y egocéntrica que centra la seguridad de las fronteras en la criminalización de la migración, sin prestar atención a las causas profundas que lleva a las personas a abandonar sus tierras de origen. Transcurridos ya unos días desde aquella tragedia, la Comunidad alza su voz y pide la paz, y destaca que los migrantes no son invasores, no son peligrosos, no son enemigos ni criminales. Los migrantes son hermanos y hermanas que buscan lo mismo que todo el mundo: una vida digna, un empleo justo y la oportunidad de desarrollar su potencial como seres humanos.
La Comunidad de Sant’Egidio, con más de 50 años de experiencia vivida en solidaridad con los más pobres, afirma que es posible adoptar una visión más humana de los problemas del mundo, una perspectiva que permita reconocer la dignidad de toda persona. Esta visión es cada vez más urgente para encontrar respuestas creativas y valientes que impidan que los sueños de una vida mejor sigan llevando a la muerte a miles de personas.
En este tiempo de luto por las víctimas del incendio, la Comunidad de Sant’Egidio de Ciudad de México hizo una oración el sábado 29 de abril, en la parroquia La Votiva (Paseo de la Reforma #290, Col. Juárez, CDMX). Nos sumamos al duelo de cada uno de los familiares de los que murieron en el incendio del 27 de marzo y lloramos junto a ellos por esta tragedia.