Saludo de Marco Impagliazzo por el 55 aniversario de la Comunidad de Sant’Egidio
Queridos amigos y amigas, buenas tardes.
Es una alegría y un motivo de consuelo que seamos tantos esta tarde para celebrar el 55 cumpleaños de la Comunidad de Sant'Egidio. Tiene mucho sentido hacerlo en esta basílica catedral de Roma, omnium ecclesiarum mater et caput, sede del obispo de Roma, el papa Francisco, a quien enviamos nuestro más cariñoso y filial saludo. Doy las gracias al cardenal vicario De Donatis, arcipreste de esta basílica, por acogernos aquí esta tarde. La Comunidad nació en esta Roma y, en su ya no breve historia, lleva los rasgos de su caridad y su universalidad. Saludo al alcalde Gualtieri. Radicados en esta Iglesia y en esta ciudad, empezando por sus periferias, hemos podido abrir nuestro horizonte y nuestra dedicación al mundo entero. Buena muestra de ello es la presencia de muchos miembros del cuerpo diplomático, que agradezco, y que representan a muchos países donde la Comunidad vive y actúa. Esta apertura universal nos ha puesto en contacto con muchas situaciones de dolor y de pobreza. Y me alegra saludar a algunos de nuestros hermanos y hermanas de Ucrania que han venido hoy aquí, y les doy las gracias por su resistencia y por el impagable trabajo humanitario que están llevando a cabo en muchas ciudades ucranianas desde ya hace un año. ¡Tras un año de guerra pedimos la paz con más fuerza!
En horizontes abiertos, con el paso de los años, hemos conocido aquel gran continente que es África, con sus riquezas, sus esperanzas y sus dolores. África está en el corazón de la Comunidad y su historia se ha convertido en la nuestra. Estamos convencidos de que debería afianzarse cada vez más una visión euroafricana entre los dos continentes para que el futuro sea mejor para todos. Hace treinta años, precisamente aquí, en Roma, tras más de dos años de negociaciones, se firmó por obra de nuestra Comunidad la paz en Mozambique. Entre los mediadores de aquella paz estaba, junto a Andrea Riccardi, Matteo Zuppi, hoy cardenal, que ha presidido esta celebración y a quien agradezco sus palabras tan profundas, al mismo tiempo que deseo todo el bien para él y para todos los obispos presentes.
Quisiera saludar a Laura Mattarella, y darle las gracias por estar aquí y enviar a través de ella un deferente saludo al presidente de la República italiana, que sentimos a nuestro lado y de quien sabemos que sigue con atención nuestra obra. Saludo respetuosamente a los miembros del gobierno italiano y les reafirmamos nuestra voluntad de seguir colaborando en importantes programas humanitarios, sociales, educativos y de cooperación internacional, entre los que quisiera citar la dedicación para garantizar una vida digna para muchos ancianos solos o que viven en medio de la soledad en nuestro país y el programa de los corredores humanitarios para los refugiados, que es fruto de una colaboración con la Federación de Iglesias evangélicas y con Cáritas italiana, con los ministerios de Exteriores y del interior. Es una buena práctica italiana –que esperamos que pronto sea también europea– que sostiene aquel carácter italiano de humanidad que distingue a nuestra sociedad. Saludo a muchas personas que han llegado a Italia con los corredores humanitarios y que hoy se han integrado perfectamente en nuestro país. Compartimos el dolor de muchos amigos sirios, aquí presentes, que sufren por las noticias que llegan de su país. Y les expresamos a ellos y a los turcos nuestra plena solidaridad.
Un rabino italiano ha expresado su visión de la Comunidad con este mensaje: "Los maestros imaginan que el sonido del shofar que proclama la palabra de Dios llegaba a todos los rincones del mundo. En aquel momento todos los hombres alcanzan la perfección moral junto a la física: los sordos recuperan el oído, los ciegos la vista, desaparecen las enfermedades para escuchar los diez mandamientos en el Sinaí. Podemos afirmar que la Comunidad de Sant’Egidio representa para el mundo entero la función de llamada de aquel shofar, el anuncio de la Palabra para mejorar el mundo y ser conscientes de la responsabilidad colectiva de la humanidad".
En esta celebración asumimos esta responsabilidad del bien para el tiempo que viene. ¡No sabéis lo importante que es el apoyo de cada uno de vosotros! Gracias por acompañarnos con vuestra amistad, vuestro apoyo y vuestra oración.