Islamabad es una ciudad construida según criterios racionales para ofrecer la imagen de un país joven y moderno. Amplias calles arboladas se cruzan creando cuadrantes indicados por letras y números: f6, g9, h3, etc.
Esta "racionalidad" es interrumpida por las aglomeraciones más pobres, una maraña de casas de ladrillo sin servicios, cloacas y agua corriente, donde viven mayoritariamente cristianos (ver la galería de fotos), donde la Comunidad enseña la paz. Recientemente también han surgido campamentos para refugiados afganos, construidos con tiendas de campaña improvisadas con materiales de desecho, esparcidas en las zonas verdes de las grandes avenidas.
De hecho, tras la caída de Kabul en agosto de 2021, se estima que alrededor de 3 millones de refugiados afganos han buscado refugio en Pakistán.
Muchos de ellos viven en estos campamentos. Hace unos meses, la Comunidad de Sant'Egidio de Islamabad comenzó a ayudar a las familias de una de estas tiendas de campaña, en el sector F6 de la ciudad.
59 familias, unas 320 personas viven en refugios improvisados, sin agua ni luz. La mayoría son jóvenes, muchos niños. Hay entre ellos estudiantes universitarios, profesores, médicos, ingenieros, personal de ONG. Muchas mujeres, que ejercían profesiones hoy imposibles en el Afganistán talibán, han perdido a sus compañeros y han huido con la esperanza de ofrecer un futuro a sus hijos.
Un futuro que hoy parece lejano, por la dificultad de tener documentos que les permitan instalarse dignamente, encontrar un trabajo regular, enviar a sus hijos a la escuela. La Comunidad, además de la ayuda material, con distribuciones periódicas de alimentos, es una presencia amiga. “No nos sentimos olvidados y eso nos da esperanza”.
La visita de Andrea Riccardi fue una oportunidad para conocer más sobre sus historias y pensar en nuevas formas de ayudarlos.
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