Cuando oscurece y te preparas para la noche, en las estaciones, en los pasos subterráneos, en los refugios improvisados, en estos días todavía muy fríos, se multiplican los encuentros con los amigos de la Comunidad de Sant’Egidio.
Es el sentido de la amistad que ayuda en las necesidades más urgentes -una manta, una chaqueta, una cena caliente- pero también ayuda a compartir los sentimientos y responder a esa sensación de impotencia que se apodera de todos ante el mal de la guerra. En una relación profunda de amistad, es necesario dar espacio al hablar juntos, para compartir inquietudes, miedos, esperanzas. Y orar por la paz.
No pocos de entre los más pobres de la capital, provienen de Europa del Este. Hay una gran necesidad de orar, de pedir paz por esa tierra, que para unos es la patria, para otros un lugar conocido, donde tal vez se ha trabajado durante un período de la vida, o donde se tienen amigos o parientes.
Por eso, en estas tardes de encuentro, en la calle o en las estaciones, rezamos con Sant'Egidio por la protección de los débiles, por la salvación de los que están en los lugares de guerra, para que la paz vuelva pronto.