«Hacía tiempo que queríamos hacer realidad este sueño», dice Maurice, de la Comunidad.«Durante años hemos estado visitando a familias que viven en la antigua estación de tren de la era colonial, un edificio abandonado y en ruinas. Estas familias sobreviven pidiendo limosna en la ciudad y llevándose consigo a sus hijos pequeños, que lamentablemente no están escolarizados».
Desde el inicio de la pandemia, la comunidad de Mamou se ha ocupado principalmente de estas familias. Los amigos de Sant'Egidio les han llevado comida, máscaras, desinfectante y, después de haber participado en el curso de higiénico-sanitario impartido en línea por la Comunidad de Roma, les han explicado cómo protegerse y cómo proteger a los demás. Este servicio, hecho con fidelidad, se ha ganado la simpatía y la confianza de las familias. Maurice relata: «En septiembre del año pasado, los padres nos pidieron que inscribiéramos a sus hijos en la escuela. Entonces recaudamos los fondos necesarios y matriculamos a 15 de ellos. Les compramos uniformes, mochilas y cuadernos, y también encontramos a personas que nos donaron arroz para que pudieran comer y permanecer en la escuela todo el día». Al no estar estos niños, «los invisibles», ni siquiera inscritos en el registro civil, la Comunidad, superando obstáculos objetivos y burocráticos, también se ha ocupado de darles el derecho a un nombre, es decir, a una identidad legalmente reconocida. Así, el 7 de febrero, la fiesta se enriqueció con la entrega del certificado de nacimiento, por ahora a 7 niños. Y Maurice está contento con el resultado, nos escribe y nos dice: «Esto es solo el principio».
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