Los Jóvenes por la Paz de Roma hicieron un encuentro con Maryam, refugiada y periodista afgana. Así explican su historia.
"En Afganistán, antes del 15 de agosto no estábamos en paz, pero éramos libres", dice Maryam enseñando las fotos de su cumpleaños y de la redacción donde trabajaba. Maryam, de veinticinco años, refugiada afgana, llegó en agosto con el puente aéreo desde Kabul, y habla de su Afganistán, pero no oculta su emoción mientras muestra fotos de su vida. Mujer, titulada, corresponsal de la BBC, asidua viajera al extranjero, soltera: un retrato que en el Afganistán de la oscuridad integrista puede costar la vida. Tras la toma de poder de los talibanes, Maryam se ve obligada a refugiarse en casa hasta que recibe el aviso de la embajada italiana, que la incluye en la lista de evacuados porque sus hermanas eran colaboradores de la cooperación internacional italiana. El camino al aeropuerto está lleno de puntos de control de talibanes y Maryam pone su vida en peligro haciendo una foto a escondidas. La muestra a los jóvenes. Es el retrato de un joven apaleado por los nuevos señores del país: "No podía ignorarlo", dice. Pasa un día y medio entre el gentío del aeropuerto hasta que puede embarcar en el avión del ejército italiano.
Tras hacer escala en Kuwait llega a Roma, donde puede empezar a construir una nueva vida. Pero ¿cómo será esa vida? Por ahora lo que puede decir es que está aprendiendo italiano y que quisiera seguir trabajando como periodista; le han ofrecido trabajar en la BBC en Inglaterra, pero ahora mismo prefiere quedarse en Italia con su familia. "Cuando estás mal, cuanto te sientes triste puedes refugiarte en tu casa, pero yo ya no tengo casa, la guerra me la quitó", les dice a los Jóvenes por la Paz en el largo encuentro que mantuvieron. Por ahora, pues, solo puede mantener la esperanza en la paz que todavía no se ha apagado en Afganistán y en su trabajo como periodista. El mundo de mañana también se construye así, con la valentía de quien sigue dando testimonio de que, si pocas personas pueden llevar el mundo a la guerra, todos, cada uno de nosotros, puede ser un artesano de paz.