Tres ideas sobre los afganos solicitantes de asilo en Europa
Exceso de expulsiones de los países de la Unión destino de los refugiados
La gravísima situación humanitaria de estas últimas semanas en Afganistán no tiene repercusiones solo en aquel país, sino también en los miles de afganos que estos últimos años han buscado refugio en el extranjero. El largo y extenso flujo migratorio afecta a aquellas partes de población que pertenecen a varias etnias y confesiones religiosas perseguidas por los talibanes. Entre ellas encontramos a muchos solicitantes de asilo en varios países de la UE. No es ninguna casualidad que desde 2015 el segundo país de solicitantes de asilo, después de Siria, sea Afganistán, seguido por Venezuela. Viendo los países citados se puede comprender la magnitud del sufrimiento que viven estas personas. No hay que olvidar, por otra parte, que el número de solicitantes de asilo, tras el gran flujo de 2015 y 2016, debido en gran parte a los refugiados sirios, había ido disminuyendo constantemente hasta la punta mínima de 2020, que arrojó para los 27 países de la Unión Europea un total de 417.000 solicitudes de asilo. La tendencia descendiente se confirmó también en el primer trimestre de 2021, con una disminución del 37% de peticiones. En la Unión no existe una «invasión» de refugiados. De hecho, se da una disminución constante de su presencia, en parte a causa de la pandemia de covid. Entre 2020 y los primeros meses de 2021 han llegado a Europa, principalmente desde Turquía a través de Grecia o de la ruta balcánica (Bulgaria, Serbia, Bosnia, Eslovenia, etc), más de 54.000 afganos. La mayoría son familias con menores, y también hay muchos menores no acompañados. Los afganos son porcentualmente la primera nacionalidad de menores no acompañados que llegaron a Europa en 2020: el 41%. Eso significa que estamos ante un pueblo de jóvenes y de jovencísimos. Los afganos que piden asilo se dirigen principalmente a Alemania, donde desde hace tiempo hay comunidades estables, luego a Francia, Bélgica, Austria y los países escandinavos. Pero su presencia en esos países no está exenta de problemas. Al contrario. En Alemania se niega a casi la mitad de solicitantes afganos de asilo la condición de refugiado.
En cuanto a los demás, una buena parte obtiene el permiso por motivos humanitarios, mientras que solo una pequeña minoría es reconocida como refugiada. Dinamarca, Suecia, Alemania, Austria y Noruega hace tiempo que empezaron las repatriaciones forzadas a Afganistán de los solicitantes de asilo a quienes se les ha negado dicha condición. Recientemente, a causa de la situación crítica del país, el Gobierno afgano había pedido a la Unión Europea que interrumpiera al menos tres meses las repatriaciones forzadas de los solicitantes de asilo en Europa. El 5 de agosto los ministros de interior de seis países europeos (Austria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia y los Países Bajos) escribieron una carta a la comisión europea indicando que las expulsiones iban a continuar a pesar de aquella petición. En su opinión, la interrupción de las expulsiones enviaría una señal equivocada y sería probable que motivara a más afganos aún a abandonar su país para venir a Europa. Adalbert Jahnz, portavoz de la Comisión de Asuntos internos, replicó a la carta diciendo que «corresponde a cada Estado miembro valorar individualmente si es posible la expulsión».
Por suerte, el 11 de agosto Alemania y los Países Bajos suspendieron las expulsiones hacia Afganistán. El ministro de Interior alemán declaró que, por el momento, las expulsiones no se ejecutarían aunque haya 30.000 afganos en esta situación. Italia tiene una política distinta respecto de los países europeos citados, y estudia con más atención las peticiones de asilo y protección que hacen los refugiados afganos. En general, en vista de la gravísima situación de Afganistán, en espera de que se abran corredores humanitarios y se aceleren las reagrupaciones familiares para quienes viven en situaciones de mayor vulnerabilidad en el país, cabe preguntarse si no es necesario adoptar, en todos los países europeos medidas que alivien la situación de los afganos que ya están en nuestro continente. Estas son algunas propuestas. La primera: suspender todas las expulsiones ya aprobadas por los países europeos. La segunda: abandonar el criterio de inadmisibilidad derivado del principio del país tercero seguro (Turquía) que se ha aplicado en Grecia para los ciudadanos afganos. En los campos de refugiados, en las islas y en las ciudades griegas hay actualmente miles de afganos que, en virtud de este principio, ni siquiera podrán presentar su petición. La tercera: revisar las peticiones negadas, teniendo en cuenta la grave situación afgana. Frente a un drama como el actual, hay que dejar de lado consideraciones y planteamientos reduccionistas. Ver con angustia las terribles imágenes que llegan de lejos no es suficiente: se puede empezar a dar una respuesta inmediatamente. En 20 años afganos y occidentales han intentado construir un Afganistán libre y democrático. El proyecto ha fracasado. Evitemos, en la medida que sea posible, que el precio del fracaso lo paguen quienes creyeron en aquel proyecto.
[Marco Impagliazzo]
[Traducción de la redacción]