La Comunidad de la Ciudad de México recuerda al pintor Salvador Nava Díaz a través de la obra que donó a Sant'Egidio titulada "Jesús sufriente", que da testimonio de una vida de dolor que había redescubierto la esperanza de la resurrección
Hace casi un año, en medio de la pandemia, conocimos a Salvador Nava Díaz, destacado pintor mexicano de "pintura taurina". Salvador había comenzado a perder la vista, padecía diabetes e hipertensión, pero para él no había lugar en los hospitales, que se dedicaban a a responder a las diversas oleadas durante la actual crisis de la Covid-19. Como muchos ancianos, Salvador también padecía otra enfermedad, la soledad.
Salvador vino a Sant’Egidio, en la Ciudad de México, para ser atendido en el "Servicio Médico Abierto a Todos", el servicio de asistencia médica gratuita de la comunidad. Muchas veces expresó la alegría de haber llegado a un lugar donde se recordaba su nombre, se sintió fraternalmente acogido en el servicio médico y en las distribuciones de alimentos.
Fue entonces cuando regaló a Sant’Egidio una pequeña acuarela que tituló "Jesús sufriente". Dijo que se identificaba con el crucifijo, porque se sentía abatido, solo, sufriente ... pero que cuando llegó a Sant’Egidio se encendió en su corazón la esperanza de la resurrección.
Hace unas semanas, la Covid-19 atacó su cuerpo, provocando insuficiencia respiratoria; vacunado hacía tan solo unos días, todavía no tenía suficientes defensas. Después de tres semanas de enfermedad, murió.
Después de años de separación, los miembros de su familia se juntaron y se reencontraron para recordar a Salvador junto con la comunidad. De él queda el recuerdo de una profunda amistad, con la Comunidad y con otros pobres que lo conocieron, junto con esta pequeña obra preciosa que invita a encontrar a Jesús entre los marginados y solos.