En los últimos días Colombia ha vivido un fuerte aumento de la violencia y de los enfrentamientos sociales. El conflicto se desencadenó por una reforma fiscal que afectaría en gran medida a la clase media y baja de la población. A esta situación se le suma la denuncia de una gestión insuficiente de la pandemia y una fuerte crisis económica, que ha hecho aumentar el desempleo y la pobreza. Se calcula que 4 de cada 10 colombianos están en una situación de pobreza. Según los datos, más de 500 mil empresas han quebrado en el último año y el 43% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, con un incremento de 2,8 millones de personas más respecto a 2019 que viven en condiciones de extrema indigencia.
Por otra parte, se ha difundido un malestar generalizado a causa de la corrupción política y de un retraso en la aplicación de los acuerdos de paz. Este escenario ha provocado una huelga nacional y muchas protestas en varias ciudades del país. Las manifestaciones han provocado más de 20 muertos y casi mil heridos. Varias organizaciones internacionales han denunciado una excesiva represión por parte de las fuerzas del orden.
La Comunidad de Sant’Egidio, que observa esta crisis con los ojos de los pobres, que son los que pagan un precio más alto, ha querido hacer un llamamiento para la pacificación y el diálogo entre los distintos actores sociales. Ha reiterado que la violencia nunca es el camino para hacer frente a los problemas en una sociedad democrática, y que solo el diálogo puede realmente abrir caminos de convivencia, justicia y desarrollo para el país. Sant'Egidio de Colombia renueva su compromiso en seguir construyendo, empezando por los más pobres, un tejido social que permita superar una larga historia de conflicto y violencia y abrir una fase de reconciliación y paz para las nuevas generaciones, creyendo fuertemente en las palabras del papa Francisco: "entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo" (Fratelli Tutti, 199).
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