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La situación del covid-19 en Perú
Hasta el día de hoy, en Perú ha habido más de 250.000 contagiados y más de 8.200 muertos a causa del coronavirus. Es especialmente preocupante la rápida difusión de la pandemia por las provincias y el hecho de que los hospitales hayan estado llenos durante semanas (sin camas de cuidados intensivos, y con la posibilidad de recibir oxígeno solo previo pago). El precio de las mascarillas y del gel se ha multiplicado. Las principales fuentes de contagio son los mercados municipales, llenos de gente que necesitan vender y comprar. Parece que la cuarentena no se respeta en la periferia de Lima. El estado de emergencia durará hasta el 30 de junio. Hay un toque de queda. En estos momentos las iglesias están cerradas.
También aquí, como en muchos otros lugares del mundo, ha habido casos positivos de covid-19 en muchas residencias para ancianos, que por ahora están cerradas a las visitas.
Muchas personas huyen a pie de la capital, Lima, y de otras grandes ciudades como Chimbote, Chiclayo y Trujillo. Deben decidir si morir de hambre o por el virus. Por eso en la carretera panamericana hay largas colas de personas que, desesperadamente, quieren volver a su casa de la Sierra, porque en la ciudad han perdido el trabajo.
Un "restaurante sobre ruedas" con letrero de Sant’Egidio
En esta alarmante situación, la Comunidad de Sant’Egidio de Lima sigue al lado no solo de las personas que viven en la calle, sino también de los ancianos que viven solos y de las familias que han perdido el trabajo, aumentando así la necesidad de alimentos. Personas que, por su frágil situación, no pueden moverse y dejar lo poco que tienen.
En el centro de la ciudad de Lima hay más de 3000 personas sin techo, el 10% en el centro histórico, de los que el 58% tienen más de 65 años. La Comunidad de Lima, desde el inicio de la cuarentena, ha llevado alimentos y mascarillas a los sintecho que tienen un sitio en plaza Italia, en el barrio de Barrios Altos, y en plaza Monserrate, donde está la sede de la Comunidad, y a los ancianos que viven solos en casa. Un gesto que en este periodo puede salvar a familias enteras del hambre.
Un grito que hace cambiar de dirección
"La Rinconada" de Monserrate es un complejo de casitas del centro de la ciudad donde viven unas 40 familias que, por desgracia, comparten canalizaciones y servicios higiénicos. La situación es muy difícil, la mayoría de las madres y de las abuelas se han contagiado.
Un sábado por la tarde, una niña de la Escuela de la Paz llama a uno de los jóvenes de la Comunidad llorando porque su madre había enfermado por el covid-19, y le costaba mucho respirar.
Un grito de ayuda que "obligó" a aquel joven –y a sus amigos– a superar el miedo, a salir de casa y adentrarse por las "casitas" para llevar ayuda: no solo alimentos sino sobre todo una presencia amiga y muchas indicaciones para contener el contagio.
Son muchos los que se dirigen a la Comunidad en este tiempo dramático: el trabajo de este tiempo consiste en no dejar de escuchar a nadie.