La Comunidad de Sant’Egidio hace un llamamiento para que finalmente se regularice a quienes trabajan en negro, tanto en la agricultura como en nuestras casas, tanto si son ciudadanos italianos como si son extranjeros. Se trata no solo de un incontestable acto de justicia (salvo en el caso de que uno esté a favor de la explotación laboral) y también de una decisión que ayuda a protegernos del contagio de la pandemia porque hace emerger situaciones peligrosas también a nivel sanitario. El actual cierre de fronteras decretado por el Covid-19 por encima de todo hace que, en relación a los extranjeros, sea imposible que las futuras normas fomenten entradas indiscriminadas a nuestro país.
Además de las urgentes peticiones de mano de obra que han hecho los empresarios, sobre todo en el sector agrícola, hay que destacar que existe una gran necesidad de servicios a las personas en nuestras casas, sobre todo para enfermos, ancianos y niños, especialmente en este momento de crisis sanitaria. Regularizar a quien cuida a nuestros seres queridos, como cuidadoras, canguros y otros trabajadores a domicilio, es una valiosa obra de prevención sanitaria y de gran ayuda para las familias italianas.
Por último, hacer aflorar a quienes están en Italia y trabajan o han trabajado –tras 8 años en los que no ha habido ninguna regularización– es de gran ayuda para luchar contra la criminalidad organizada y la ilegalidad en un momento en el que, para reactivar la economía, hace falta una total transparencia y una participación activa de todas las energías positivas que hay en nuestro país.
Hay que hacer emerger a quien cuida a nuestros ancianos junto a todos los que ya contribuyen a nuestra economía