En la periferia este de Roma, en la parroquia de San Giuseppe Cafasso, por invitación de la Comunidad de Sant’Egidio, ayer se celebró una oración por los enfermos en la que italianos y chinos juntos pedían al Señor la curación de los afectados por el coronavirus en China y en el resto del mundo.
Una señal de cercanía y de fraternidad, que va más allá de los temores que han suscitado la difusión del virus y que expresa el deseo de hacer sentir la amistad a quienes sufren no solo por la enfermedad, sino también por el estigma y el miedo.