"Alguien soñó en abolir la esclavitud. Nosotros hoy preparamos un mundo en el que no habrá pena de muerte. Los jóvenes lo veréis". Así ha hablado Marco Impagliazzo a los jóvenes presentes en la manifestación contra la pena de muerte organizada por la Comunidad de Sant’Egidio y que ha llenado de colores los antiguos arcos del Coliseo con la escenografía de luces #DefeatingHatred. En el escenario se ha oído el testimonio de la abogada y activista Suzana Norlihan Alias, de Malasia, que ha centrado la atención de todos en la voz de los sin voz, la de los condenados a muerte en su país. En su experiencia le ha tocado ser familiar de una víctima y hermana de un condenado a muerte. Ha dicho: "La pena de muerte es un castigo también para los familiares". Renny Cushing, protagonista de la abolición de la pena de muerte en el estado de New Hampshire, ha manifestado palabras de orgullo por la reciente decisión de su estado, gracias a su trabajo como representante de víctimas de homicidio que se oponen a la pena capital. Mario Marazziti, de la Comunidad de Sant’Egidio, ha hablado del reciente encuentro en el Parlamento japonés para proponer una Moratoria Olímpica 2020: que no haya ejecuciones el año de las Olimpíadas, como primer paso para la abolición de la pena capital. Antes de la proyección en los arcos del Coliseo de un intenso y coreográfico mensaje a favor de la campaña Cities for life, Maria, de los Jóvenes por la Paz, ha dicho que todos pueden hacer algo por la vida y contra la pena de muerte, construyendo un mundo sin odio sobre todo con quien es diferente y quien es más débil. Es un empeño que une a las generaciones y que implica a todo el mundo. Al término de la manifestación han subido al escenario los participantes en el congreso internacional de ministros de Justicia por un mundo sin pena de muerte, junto a la activista Tamara Chikunova, y todos los que participan en el movimiento Ciudades por la Vida – Ciudades contra la Pena de Muerte.
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