"La Escuela de la Paz te quiere".Era una de las pancartas que dio la bienvenida a Bergoglio, el domingo pasado, en la parroquia de San Crispino de Viterbo. La Comunidad de Sant’Egidio, que trabaja desde hace años codo con codo con la comunidad parroquial –el párroco, Luciano Cacciamani, en unas palabras que repitió el papa, destacó la importancia de estar "juntos" ayudando a los más débiles–, saludó al papa Francisco con gran entusiasmo y cariño. Lo hicieron los niños. Lo hicieron las personas sin hogar y los "Amici" discapacitados, que pudieron ver al obispo de Roma en un breve pero intenso, familiar y emocionante encuentro antes de la liturgia.
Prima Porta - Labaro es un barrio mixto, donde las casas populares de los años 80 se han mezclado con una urbanización católica. Por suerte ya no es la zona marginal del pasado, y últimamente incluso algunas empresas y multinacionales se han establecido allí con sus oficinas. Pero sigue habiendo una zona donde el aislamiento social (especialmente, de ancianos y discapacitados) es elevado y son evidentes las bolsas de pobreza que provocan tensiones sociales.
La Comunidad de Sant’Egidio está en el barrio desde 1979, especialmente en la zona de las casas populares de via delle Galline Bianche. Una presencia que empezó con la Escuela de la Paz que hoy es un referente importante para los niños, italianos, extranjeros y gitanos, y para sus familias. Una comunidad de ancianos se reúne cada semana para la oración y para ayudar a los sin techo.
Una señal importante contra el aislamiento de los ancianos es el servicio de voluntarios de visita y acompañamiento que la Comunidad de Sant’Egidio de Primaporta lleva a cabo desde hace años en el centro de rehabilitación de Villa Monica. Más recientemente se ha puesto en marcha una escuela de pintura de los "Amici", personas con discapacidad, y una escuela de lengua y cultura italianas para inmigrantes que desean integrarse