Los pobres son su tesoro. Así se tituló la fiesta con los religiosos, las religiosas y los seminaristas amigos de la Comunidad de Sant’Egidio que se celebró el viernes 15 de junio en los locales de Santa María de Trastevere. Más de 200 religiosos, que han compartido con la Comunidad la amistad con los pobres a lo largo de todo el año, han visitado los stands dedicados a los sintecho, a las personas discapacitadas, al proyecto DREAM, a los Corredores humanitarios y a los ancianos.
A continuación se celebró una asamblea presidida por el padre Marco Gnavi. El padre Carlos Enrique, superior general de los Dehonianos, explicó que el "itinerario" de los bocadillos ha cambiado su manera de ver la ciudad: "realmente los pobres son un tesoro. Ahora, cuando vienen hermanos de lejos, antes de invitarles a ver el Coliseo, les propongo que conozcan a los amigos de la calle". Sor Renata de las Misioneras de la Consolata recordó a Sor Leonella Sgorbati, de quien se guarda un recuerdo en San Bartolomé de la Isla, que murió junto a su chófer musulmán: "Si estamos unidos en la muerte también podemos estar unidos en la vida". Sor Francisca de las Siervas del Espíritu Santo, que han acogida a dos familias de refugiados sirios que han llegado con los con los Corredores humanitarios, invitó a las demás familias religiosas a compartir esta alegría y este desafío. Una alegría y un desafío que vive también Fares, un refugiado sirio que llevó a la fiesta a su esposa y a la pequeña Maria, de dos meses, que llevan unos meses alojados en un centro de los Hermanos de La Salle.
Todos juntos entendieron la importancia de la red de amistad que se ha construido con el paso de los años entre las familias religiosas y la comunidad: como le dijo un amigo de la calle a Francesca Zuccari: "los que estamos en la calle somos como funambulistas, haciendo equilibrios sobre una cuerda, pero vosotros sois la red que, cuando hace falta, nos salva la vida".