Kiev en el mes de mayo muestra su cara probablemente más dulce.De hecho, la ciudad se viste de una suave luz, como si se reflejara el verde con el que la primavera inunda las avenidas arboladas, los numerosos parques y jardines diseminados de lilos en flor, las colinas que descienden hasta el largo río, el Dnipro, en cuyas aguas especialmente abundantes tras el deshielo se reflejan las cúpulas de oro del monasterio símbolo de la capital ucraniana, la gran Laura de las cuevas.
En Kiev la luz y el sol iluminan y calientan la ciudad tras un invierno especialmente largo y duro sobre todo para quien vive en la calle."Este invierno ha sido muy difícil y frío. Nosotros hemos sobrevivido gracias a la Comunidad. No solo nos ha dado alimentos, sino que ha cuidado nuestra alma". Son palabras con las que Vladimir, una persona sin hogar, quiso saludar al presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, que visita las comunidades de Kiev y de toda Ucrania en ocasión del cincuenta aniversario de la fundación de Sant’Egidio.
El emocionante encuentro con los amigos de la calle en la sede de la Comunidad, junto a la famosa plaza Maidán, abrió el viaje a Kiev el viernes 11 de mayo. Precisamente en Maidán hace veinte años la Comunidad de Kiev empezó a ir a encontrar a las personas que viven en la calle y a numerosos ancianos que por las difíciles condiciones de vida que sufrían pedían limosna.Con el reparto de alimentos nacieron amistades fieles que por la calle y en varios lugares de la ciudad unen a adultos, jóvenes universitarios y personas sin hogar, estudiantes de instituto y ancianos. Y precisamente esta amistad era el tema de poesías que algunos sintecho compusieron y recitaron durante el encuentro, que se desarrolló en un clima familiar y festivo, que expresó el sentimiento de agradecimiento con el que fue recibido Marco Impagliazzo.
En la gran residencia para ancianos del barrio de Lesnoy, en la periferia de la ciudad, donde viven también jóvenes discapacitados, se hizo, al día siguiente, un emocionante encuentro con algunos ancianos y discapacitados. Hace doce años que la Comunidad visita con fidelidad aquella residencia para derribar el muro de la soledad y del aislamiento de muchos ancianos.Son muchas, las historias personales dolorosas que se vivieron en el dramático siglo XX en estas tierras, marcadas por guerras, experimentos sociales sanguinarios, carestías, represiones del régimen comunista, genocidios y violencias interétnicas. En el encuentro, que fue especialmente festivo, también participaron ancianos, jóvenes y adolescentes, adultos y discapacitados, y todos quisieron expresar a Marco el agradecimiento y la alegría por el don de una amistad que une en un lazo de familia. Las palabras de Olga, de 86 años, que llegó a la residencia proveniente de la zona afectada por el accidente nuclear de Chernóbil, expresaron profundamente este lazo: "Yo creo que Dios existe, porque siendo vieja me ha dado estos hijos. En estos tiempos oscuros la Comunidad es un destello de luz en la oscuridad".
Una gran asamblea, la tarde del sábado 12 de mayo, reunió a la Comunidad de Kiev y a algunos representantes de las comunidades de Leópolis, Ivano-Frankivsk y otros lugares de Ucrania. La celebración del cincuenta aniversario de Sant’Egidio fue una ocasión para mirar con Marco al futuro de la Comunidad con entusiasmo. Lo dijeron muchos, jóvenes y adultos, en una asamblea concurrida y alegre. Todos explicaron que el encuentro con los pobres ha cambiado su vida, les ha dado la capacidad de soñar, de ser libres y de mirar al futuro sin miedo. Los padres de las familias que con la ayuda de la Comunidad han acogido a muchos menores en situación de abandono o en situaciones problemáticas destacaron con gratitud el sentimiento de pertenecer a una familia grande que acoge a muchos. La unidad del pueblo de Sant’Egidio, que reconcilia a las distintas diversidades, a menudo motivo de división en la sociedad ucraniana, constituye un signo importante en un país que continúa viviendo la tragedia de una guerra, que aunque es de baja intensidad no deja de provocar víctimas y de difundir la semilla de la violencia. Así lo dijo Marco Impagliazzo en su discurso, poniendo de manifiesto el valor del trabajo diario para superar la violencia y fomentar la reconciliación en la sociedad y el significado de las oraciones por la paz que las Comunidades celebran cada mes y que se han convertido en un referente en varias ciudades.
El cincuenta aniversario ha sido una ocasión de manifestar un profundo agradecimiento que es fuente de una nueva mirada al futuro, como dijo Marco Impagliazzo: "Cada gesto nuestro, cada mirada nuestra, cada palabra nuestra produce un movimiento profundo en la sociedad. El mundo no depende solo de la economía, sino también de lo que tú haces. La Comunidad os confía la tarea de cambiar el mundo y la ciudad. Como tú hables, mires y actúes cambia la sociedad. Nadie es una persona irrelevante. Estoy seguro de que veremos crecer muchas cosas nuevas".
Visita de Marco Impagliazzo y fiesta por el 50 aniversario de Sant’Egidio