La catedral del antiguo barrio de Intramuros, en el centro de Manila, acogió la peregrinación de un centenar de niños de las Escuelas de la Paz provenientes de varios barrios, acompañados por estudiantes de institutos y universitarios de la Comunidad de Sant'Egidio. Entrando por la Puerta Santa aquellos jóvenes pudieron experimentar en su vida, a menudo difícil a causa de la pobreza y de crecer en la calle, la presencia cariñosa de Dios. Algunos de ellos entraron en la catedral por primera vez. "Caminando juntos con nuestros amigos pobres –recordó Jenny, encabezando a los pequeños y a los jóvenes de la zona de Cainta– nosotros no les consideramos el objeto de nuestro servicio, sino más bien nuestros verdaderos hermanos y hermanas en la comunidad".
Después de pasar la Puerta Santa todos los peregrinos besaron la Palabra de Dios y participaron en la liturgia. La presencia de tantos niños, provenientes de periferias alejadas, vestidos de fiesta, elegantes y alegres, sorprendió a los demás fieles presentes y al rector de la iglesia, que les dedicó un agradecimiento especial y una bendición.
Vienen de zonas difíciles de la megalópolis asiática, ahora con la Comunidad crecen en la Escuela de la Paz