El 4 de marzo se celebró en la basílica romana de San Bartolomé de la Isla la oración en recuerdo de Shahbaz Bhatti, ministro pakistaní cristiano asesinado en Islamabad el 2 de marzo de 2011 a causa de su compromiso por la defensa de los cristianos y de todas las minorías. Muchos lo quisieron recordar junto a la Comunidad de Sant'Egidio, la Asociación de Pakistaníes Cristianos de Italia y monseñor Joseph Coutts, arzobispo de Karachi y presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, que presidió la oración.
En el centro, sobre el altar que custodia el cuerpo del apóstol Bartolomé, estaba la Biblia de Shahbaz, precioso recuerdo de aquel hombre de fe y de diálogo.
Monseñor Coutts dijo de él:
"Recordando a Shahbaz Bhatti, a cinco años de su muerte, en el lugar que custodia su Biblia, debo decir que muchos católicos no tienen una copia de la Biblia. Ni siquiera yo, cuando estaba en el seminario, tenía una. Shahbaz tenía una Biblia y la leía cada día.
El Evangelio del Buen Pastor puede hacer referencia a Shahbaz. Las ovejas conocen la voz del pastor que, a su vez, conoce las ovejas una por una. Un buen pastor no huye ante el peligro. Es lo que hizo Shahbaz. Como verdadero cristiano quería ser uno con el Padre. Quería conocer a Jesús. No se hizo político por ambición política, era un activista de los derechos humanos.
El pueblo, es decir, las ovejas, lo conocía y lo amaba. Cuando lo nombraron ministro y empezó a hacer cosas buenas para la gente, chocó con la ley de la blasfemia. Otros criticaban aquella ley, la misma Conferencia episcopal la criticaba, pero como él era ministro, su palabra irritaba a los fanáticos. Shahbaz empezó a recibir amenazas; sus amigos lo sabían y le sugirieron que se marchara de Pakistán. "¿Por qué iba a huir? Solo digo la verdad", contestaba Shahbaz. Se puso de parte de la verdad. Por eso es un mártir. Cuando alguien muere, todos piensan que es una gran pérdida. Pero da frutos. El pasado mes de noviembre, casi cinco años después, el Tribunal Supremo de Pakistán declaró que criticar la ley sobre la blasfemia no es blasfemia. Para nuestro país es un avance importante. Incluso algunos estudiosos musulmanes han empezado a criticar esta ley. La muerte de Shahbaz no fue en vano. Fue un cristiano, vivió como cristiano y murió como cristiano".
"Recordando a Shahbaz Bhatti, a cinco años de su muerte, en el lugar que custodia su Biblia, debo decir que muchos católicos no tienen una copia de la Biblia. Ni siquiera yo, cuando estaba en el seminario, tenía una. Shahbaz tenía una Biblia y la leía cada día.
El Evangelio del Buen Pastor puede hacer referencia a Shahbaz. Las ovejas conocen la voz del pastor que, a su vez, conoce las ovejas una por una. Un buen pastor no huye ante el peligro. Es lo que hizo Shahbaz. Como verdadero cristiano quería ser uno con el Padre. Quería conocer a Jesús. No se hizo político por ambición política, era un activista de los derechos humanos.
El pueblo, es decir, las ovejas, lo conocía y lo amaba. Cuando lo nombraron ministro y empezó a hacer cosas buenas para la gente, chocó con la ley de la blasfemia. Otros criticaban aquella ley, la misma Conferencia episcopal la criticaba, pero como él era ministro, su palabra irritaba a los fanáticos. Shahbaz empezó a recibir amenazas; sus amigos lo sabían y le sugirieron que se marchara de Pakistán. "¿Por qué iba a huir? Solo digo la verdad", contestaba Shahbaz. Se puso de parte de la verdad. Por eso es un mártir. Cuando alguien muere, todos piensan que es una gran pérdida. Pero da frutos. El pasado mes de noviembre, casi cinco años después, el Tribunal Supremo de Pakistán declaró que criticar la ley sobre la blasfemia no es blasfemia. Para nuestro país es un avance importante. Incluso algunos estudiosos musulmanes han empezado a criticar esta ley. La muerte de Shahbaz no fue en vano. Fue un cristiano, vivió como cristiano y murió como cristiano".