”Pensaba que ya no existía mas la humanidad…”, con estas palabras una mujer afgana, que vive actualmente en un campo de refugiados en Bosnia con sus hijos, acogió conmovida la visita de una delegación de Sant’Egidio, que la semana pasada se transfirió a lugares donde transitan miles de migrantes que quieren llegar a Europa.
Estos lugares forman parte de la ultima etapa de la “ruta balcánica”, que aunque no es tan conocida como la del Mediterráneo, es uno de los caminos de ingreso a la Unión Europea. Poco utilizada hasta 2015, ahora es un foco de atención debido al flujo de decenas de miles de sirios que la han utilizado para conseguir el asilo a través de Turquía y Grecia. Con el acuerdo firmado en el 2016 entre la UE y Turquía, parecía una ruta ya cerrada, pero en enero de 2018 volvió a ser retomada con interés porque representa una alternativa a la ruta que pasa por Libia. Así, Bosnia es ahora el centro, también porque las fronteras húngaras están fuertemente vigiladas, de manera que es la única vía para entrar a Croacia, seguido de Eslovenia, Italia e Austria.
Hoy en este pequeño país balcánico hay más de 7000 refugiados, aunque hay muchos más en tránsito, y el número va en aumento. Las nacionalidades más representadas son paquistaníes, iranís, sirios y afganos..
Sant’Egidio ha visitado centros de refugiados en Sarajevo y en particular en la región de Bihac, que se insiere de pleno en el territorio croata. Desde Bihac mismo, muchos refugiados buscan cómo pasar la frontera y entrar en la UE. Dando vueltas por la ciudad, entre jardines, plazas, a menudo se encuentran hombres y jóvenes solos esperando el momento de marchar. Hablan del intento de pasar la frontera como el “The Game”, un terrible “juego” de azar, que consiste en probar de atravesar el confín del país corriendo en masa, centenares de personas todas juntas a la vez. Muchos deberán volver atrás, pero alguno podrá pasar…
En los centros, las historias de los refugiados son llenas de detalles, muchos terribles, todos conmovedores. Hombres, mujeres, adolescentes solos cuentan cómo muchos otros encontraron la muerte en el camino, al no poder resistir los miles de km que distan entre Asia Central y los Balcanes; historias de ayuda entre los que se van encontrando en el camino, como también de inhumanidad. Un kurdo iraní, padre de familia, explicó que el viaje lo calculas en pares de zapatos que consumes caminando durante días, semanas o meses, y que debes equiparte y llevar más zapatos calculando el camino que todavía queda. A ese hombre kurdo, en búsqueda de una oportunidad, todavía le quedaban tres pares de zapatos para conseguirla..
“Pero cuando os he encontrado he pensado que aún hay humanidad”. Las últimas palabras de la refugiada afgana (que se puede ver en el vídeo) a Daniela Pompei subrayan el valor de la visita y piden de no ignorar los dolores y esperanzas de tantos hombres y mujeres en camino hacia Europa.