La Comunidad de Sant'Egidio muestra su satisfacción por la suspensión de la pena capital en el Estado de California porque la importancia de la decisión y las razones que la han motivado abren la esperanza de una posible y progresiva abolición. "En un mundo en el que el liderazgo a menudo se ha transformado en seguidismo, por la influencia de sondeos y cambios de humor, California y su nuevo gobernador, Gavin Newsom, demuestra tener una gran valentía política y liderazgo", declara el coordinador de la campaña mundial por la abolición de la pena de muerte, Mario Marazziti.
En California se encuentra el mayor corredor de la muerte del mundo, con 737 condenados, pero desde 1978 solo ha habido 11 ejecuciones, mientras que 79 reos han muerto por causas naturales y 26 por suicidio. Otros 79 han agotado ya todas sus apelaciones. La Comunidad de Sant'Egidio, que el pasado 29 de noviembre junto a más de 20 ministros de Justicia reunidos en Roma en la Conferencia Internacional de la Jornada Mundial de las Ciudades contra la Pena de Muerte, impulsó un llamamiento al gobernador saliente, Brown, para que conmutara todas las sentencias capitales, manifiesta su satisfacción y se felicita por la decisión y la claridad del gobernador Newsom, que ha oficializado que "no autorizará ninguna ejecución" durante su mandato, por estar convencido de que "el asesinato intencionado de cualquier persona siempre es un error", que el sistema de la pena capital "es un fracaso", "ha discriminado a personas con discapacidades mentales, a personas negras y a quien no se puede permitir una adecuada defensa legal", con el resultado de que personas que seguramente son inocentes son ejecutadas.
El gobernador Newsom, que ha declarado que la pena de muerte es "absoluta, irreversible e irreparable", se opone con valentía a todos aquellos que en California, con la proposición 66 piden lo contrario, es decir, acelerar los procedimientos de las ejecuciones. Su decisión está en sintonía con la idea cada vez más clara en la Iglesia católica desde los pontificados de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, y que se plasmó en el histórico texto del Catecismo impulsado por el papa Francisco, que declara que la pena de muerte no solo "no es necesaria" sino que es "inadmisible" en cualquier caso.
De California puede venir un nuevo impulso en la dirección de reducir la pena capital en Estados Unidos. En aquel país la abolición está cerca en New Hampshire, gracias al voto de demócratas y republicanos. Allí hace veinte años que va disminuyendo el número de ejecuciones, que se han reducido a una quinta parte. También en Estados Unidos se han propuesto por primera vez calendarios de proyectos de ley para la abolición o para una moratoria en estados republicanos, incluidos Utah y Montana.