La familia Al Hourani fue la primera que llegó a principios de febrero, abriendo así los corredores humanitarios de Sant'Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas y la Mesa Valdesa. Sus caras sonrientes en el aeropuerto romano de Fiumicino se han convertido en una imagen del proyecto ecuménico, que el papa Francisco ha definido como "un signo concreto del compromiso a favor de la paz y de la vida": un avión de línea en lugar de las barcas de los contrabandistas, una casa en lugar de las tiendas en los campos de refugiados.
Pero ¿cómo viven el día a día en Roma Yasmine y Suliman, F. y Hussein? Pocos días después de llegar, Falak fue operada de un ojo y empezó la terapia en el hospital pediátrico Niño Jesús. También ha empezado a aprender algo de italiano: "ciao", "mi chiamo F.", "come stai?" son las primeras palabras que ha pronunciado sin titubear en italiano esta niña de tan solo 7 años con un carácter fuerte, que con su hermano ahora solo piensa en jugar, dibujar y dejar atrás todos los problemas de la vida. Además de cuidar de sus hijos, Yasmine y Suliman han empezado a ir a la escuela de lengua y cultura italiana de la Comunidad en Trastevere. Avanzan rápido y piensan en el futuro de su familia en Italia. En Homs no queda nada de su casa, que las bombas destruyeron. “Aunque terminara la guerra en Siria, no sabríamos adónde ir a vivir", les dicen a sus amigos de Sant'Egidio.
Una nueva vida ha empezado también para Rasha y sus tres hijos: Jafar, Omar y Jenin.Su familia es originaria de Palestina y vivía en un campo de refugiados de la periferia de Damasco, antes de huir al Líbano. Nunca han vivido en una casa. Ahora en Roma están alojados en casas de alguna monjas, que han ofrecido una ala de su casa para alojar a quienes huyen de la guerra. Rasha y sus hijos empiezan a conocer el barrio de Roma donde viven: hace unos días salieron también para desayunar en un bar y para hacer algunas compras en el supermercado.
La familia de Rasha llegó a Italia el 29 de febrero. En total 93 refugiados sirios, provenientes de varios campos del Líbano, han sido acogidos en Italia. Algunos de ellos viven en una casa de turismo rural de Campoleone, cerca de Aprilia, cedido por la Federación de Iglesias evangélicas de Italia. En medio de la naturaleza, todos aprenden italiano y hacen proyectos para su futuro. Hay algunos jóvenes, como Leen y Mirvat, que en Siria iban a la universidad y que sueñan poder reanudar sus estudios en Italia: economía y literatura inglesa. Y otros, como el jovencísimo Diya, está ansioso por volver a correr y jugar a fútbol con una "pierna nueva", como dice él. En breve irá a Bolonia, donde le espera una prótesis.