"Han querido atacar a un país donde la convivencia entre religiones diferentes es posible": Mira Gianturco, responsable internacional del programa Bravo, de la Comunidad de Sant'Egidio, está en Uagadugú y ha vivido atrincherada en casa las horas dramáticas del ataque yihadista al centro de la capital burkinabé. "Esta mañana me han llamado docenas de amigos musulmanes para saber cómo estaba, si me había pasado algo. Alguno incluso vino a casa a buscarme".
Las religiones islámica, cristiana y tradicional siempre han convivido pacíficamente en Burkina Faso. "La convivencia ha sido y es difícil. Sorprende que este ataque llegue en el momento en el que se pasa página después del golpe de Estado, cuando el país ha elegido a un presidente, ha formado gobierno y ha terminado la transición. Quieren impedir que este proceso continúe. Sin embargo hay muchas señales que indican que la gente quiere convivir y es importante que lo que ha pasado y el miedo no bloqueen este proceso".
"Pienso que este atentado quería desestabilizar el país y atacar la convivencia entre los pueblos, atacar un lugar donde había muchos hermanos y hermanas de Occidente", añade el padre Philippe Zongo, uno de los responsables de Sant'Egidio, muy activo en Burkina Faso y que acaba de volver a Roma. Según el religioso, el ataque es "casi una copia" del que se produjo en Bamako, en Mali, donde en noviembre los terroristas asaltaron un hotel frecuentado por extranjeros. Es "un mensaje a toda la humanidad, es un problema que afecta a toda la humanidad". El padre Zogo también teme que el asalto pueda de algún modo mermar la convivencia entre musulmanes y cristianos (que son aproximadamente el 30% en el país) que hasta ahora ha dado frutos buenos. "Existe una convivencia secular entre musulmanes y cristianos y siempre ha habido un diálogo fuerte de amistad", destacó. Pero ahora este ataque "podría interpretarse como una contraposición entre musulmanes y cristianos, aunque no se trata de un problema de religión. El problema es el mal que está corroyendo nuestra sociedad". "Como siempre el mal está presente y quiere sembrar miedo pero nosotros no cedemos al miedo porque estamos seguros de que juntos podemos salvar el mundo", explicó el religioso.
En Burkina Faso la Comunidad de Sant'Egidio es muy activa y tiene una importante presencia. "Hacemos oraciones, encuentros y servicios a los pobres", explicó también el padre Zongo. "Este año, por ejemplo, hemos hecho la comida de Navidad con presos y niños de la calle". Cada semana se sirve una comida para los niños de la calle, y se hace en un centro que está precisamente en la calle en la que está el Hotel Splendid. "Es una manera de reforzar las relaciones humanas y la cultura de la convivencia, los valores espirituales.
Bravo (Birth Registration for all Versus Oblivium) lleva a cabo desde 2009 una campaña de inscripción en el registro para garantizar que se realiza el acta de nacimiento, que de lo contrario no se haría. "La no-inscripción en el registro civil alimenta los conflictos y es fuente de inestabilidad. Es el núcleo del problema: dar una identidad a quien no la tiene. Muchos de los que sucumben a la violencia provienen de las clases sociales más desfavorecidas. Si lográramos dar una identidad a todos, incluso la seguridad sería distinta". Cada año, destaca la Comunidad de Sant'Egidio, 51 millones de niños en todo el mundo dejan de ser inscritos en el registro y se convierten así en fáciles presas de abusos de cualquier tipo, desde los abusos sexuales hasta el enrolamiento en las fuerzas armadas, desde el trabajo infantil hasta los matrimonios precoces. Dos de cada tres niños del África subsahariana no están inscritos en el registro civil y desde un punto de vista legal son niños 'invisibles'.
Fuente AGI